17 septiembre 2009

Romeo y Julieta (DohkoxShion) Capitulo 7 (1/3)

Capítulo Séptimo.

NUEVO CAOS


Salí presuroso de la casa, con la ilución cargada en los ojos y la esperanza en el corazón. Me puse una capucha y una bufanda, ese día era nuboso y pesado, a pesar de la exitación en mis venas, mis mienbros estaban algo entumesidos. Pase sín llamar la atención en el mercado y desde ahí tomé el camino que llebaba a los campos de dalias que quedaban lejos de la cuidad, en un campo abandonado desde hace años, pero no así dejaba de ser hermoso aquel paisaje...Sin duda él había escogido bien el lugar, adecuado para nosotros, pues nadie iba ahí nunca, como antes dije, estaba abandonado. Llebaba conmigo también una capa que protegía mi vestimenta de la vista de curiosos que pudieran identificarme por ello, y por que tenía en mente también cubrirnos con ella cuando estubieramos completamente desnudos.

El viento comensaba a soplar fuerte y las nubes se ennegrecían con el correr de la tarde, mis huesos se estremesían a cada paso que daba, además el nerviosismo me tenía el alma en un hilo. Aún así, no paré hasta llegar a aquel hermoso campo, cubierto hasta el último rincón por hermosas dalias, azules, rojas, purpúreas como sus ojos...Y mi paso se detubo en seco al ver una sombra alta y pensatiba a lo lejos. La sombra pareció sentir mi presencia y se volteo. El sol a su espalda me impedía verle el rostro, y comensó a hacercarse muy lentamente hacia mí, yo sólo pude cubrirme para no ser encandilado por los déviles pero encandecentes rayos del sol que se ocultaba. Tan pronto estubo a sólo centímetros de mí, pude ver su hermoso rostro pálido y sus ojos rubí, mirandome con una sonrrisa de satisfacción.

-Viniste...-me dijo esperanzado.
-Vine como me lo pediste, no podía faltar...-le respondí yo con una sonrrisa, en ese mismo instante él corrió hacia mí y yo corría hacia él y nos fundimos primero en un fuerte abraso y luego en un tierno beso. Me acurrucó en su pecho, yo me resguardé en él apretando fuerte mis mejillas en sus ropas.-No podía faltar...no podía estar un momento más sin tí...
-Yo tampoco, amor mío, te juro que tampoco.-me dijo sin mirarme acariciandome el cabello.-He esperado este momento con ansias, necesitaba volver a sentirte.
-Del mismo modo he esperado yo en casa, pensando sólo en tu recuerdo y en tus besos, amor mío, sólo en estar contigo...te amo como no te imaginas.-le dije y tomé su barbilla para besarlo. Luego me hiso ademán de sentarme en el suelo junto a él y lo hise.

Aquella puesta de sol era hermosa. Junto a Shion lo era más todavía, pasando el sus manos por mi pecho, jugueteando con mi pesones, acariciandome, besandome, desnudandome como tanto deceaba que lo hisiera, mientras yo sacaba lentamente sus ropas de junto a su cuerpo y las apartaba lejos, más allá junto a las dalias, mientras el cielo comensaba a oscureserse, nuestros cuerpos se movían en tal sincronía dibujando en aquel campo una canción con las notas musicales de nuestras voces gritando de placer, las estrellas eran nuestro público y nuestro infinito amor la orquesta.

Para cuando nos vimos rendidos sobre las dalias y cubiertos por la capa que yo mismo había traído para ese fin, el cielo estaba completamente oscurecido y cubierto de estrellas que parecían mirarnos y sonrreírnos. Me alegraba tanto sentir el calor de su cuerpo, su piel tocando a la mía, sentir su cálida temperatura desnuda mientras rodeaba con sus brazos mi cintura al abrasarme.

-Te amo, te amo...-no dejaba yo de repetir.
-Lo sé amor, lo sé, yo también te amo...-me sonrreía respirando aún agitadamente.-Eres lo que más amo en mi vida, y si tubiese la oportunidad de pasarla toda ella contigo, créeme que no lo pensaría un sólo segundo y correría a tus brasos.
-Me encanta cuando me hablas así...-le confesé.
-Lo sé...-dijo riéndose.-Por eso lo hago...haría cualquier cosa para conseguir una sonrrisa tuya, cualquier cosa...
-Yo no sería capás de hacer nada, pues cuando tú sonrríes, siento desvaneserme en mis propios pies, el suelo me tiembla y los sentidos se me nublan...-reí yo contraponiendome a lo que había dicho.
-¿Es que siempre tienes que llebarme la contraria?
-Adoro también cuando pones esa cara que..."se supone" pones cuando te enojas conmigo...-le dije acariciándole la mejilla.
-No tienes caso, Dohko, cada día haces que me enamore más de tí, pequeño Montesco...
-Cadadía que pasa pienso más intensamente en tí, Shion.
-Ojalá este momento pudiese ser eterno, si pudieramos quedarnos aquí tendidos en las dalias por toda la eternidad amándonos o simplemente mirando juntos el cielo estrellado de una noche tan hermosa como tus ojos, Dohko...
-Hay muchas cosas que en este momento deceo, y muchas de ellas no se pueden cumplir...en ellas estás tú. ¿Por qué no podemos amarnos libremente?
-Pequeño, el destino es cruel como el de un bronce, atraviesa y despedasa sin remordimiento nuestros corazones, ante eso devemos estar firmes, debemos ir en contra de él si es necesario...Sabes que nuestro amor es imposible, y que sin embargo existe y es más intenso que cualquier otro; sabes que también que no podemos estar juntos, más aquí estamos tendidos el uno al lado del otro completamente desnudos; así mismo pienso, aunque paresca imposible, que un día podremos estar juntos para siempre, y tengo fé en que ese día llegará...
-¿De verdad crees que podríamos estar juntos? ¿Qué pasaría con nuestras familias?
-No lo sé, no lo sé, pero así mismo no sé cómo es que me fuí a enamorar de tí...Dohko, si deceas algo con el corazon y el alma, sólo confía en Dios y reza a él para que ese algo se cumpla, debes tener fé, amor mío.
-Eso haré, ten la seguridad que todas las noches rezaré por tí y por que algún día nuestro sueño se realise.-se hacercó y me besó por última vez. Luego se puso de pie dejandome ver su increible y hermoso cuerpo marmolado y reluciendo a la luz de la luna toda su belleza y vigor. Me incorporé también y ambos comensamos a vestirnos. Desdichados nosotros, pues nuestra noche había terminado, y el tiempo de estar juntos había acabado. Ya listos para marcharnos, me miró con los ojos llorosos y se abrazó fuertemente de mí como si alguien fuera a llevarme lejos.
-No quiero irme...-dijo sollosando ligeramente.
-No me digas eso...me partes el corazón...
-Pero es la verdad, no quiero irme para estar lejos de tí...-escondió su rostro en mi pecho fuertemente. Le acaricié sus cabellos mientras le decía.
-Me dijiste que tubiera fé, pues tenla tú también. No estés triste porque nos vamos a separar, está feliz porque volveremos a vernos.-me miró aún con los ojos llorosos, tomé su barbilla y lo besé tan lentamente, tan tiernamente, tan delicadamente...-Ahora sí, vete.
-Volveremos a vernos, Dohko Petrucci Pirlo Montesc...-me dijo separándose de mí y sonrriénsome.
-Volveremos a vernos, Shion Amadeus Astto Capulet...-dije yo respondiéndole de la misma forma: luego de pronunciadas esas palabras, cada uno emprendió rumbo apresurado, pero en direcciones completamente opuestas. Dejabamos atrás, entre las dalias, recuerdos, besos, pación desencadenada, pero no nuestro amor, aquel lo atesorabamos con increible importancia en nuestro espíritu.

El frío de la noche pasaba por mi cuello y por mi rostro mientras corría sin detenerme por toda la cuidad, me hacía estremecerme y a la vez deleitarme con aquella que de momentos me parecía una tierna brisa y en otros, una cruda neblina atravesar mi cuerpo como lo hace un bronce. Mi respiración era agitada y la vez tranquila, pues me sentía bastante seguro después de haber permanecido y reposado en aquellos brazos de nieve. Comensaba a transpirar, un calor tierno asomaba a mi cuerpo y consumía mis energías lentamente, pero sin dar importancia incrementaba abusibamente mi velocidad, pues la adrenalina corría tan velozmente por mis venas que yo sólo podía comportarme de igual forma.

No muy tarde después de lo acontecido puse el primer pié en suelo de mi casa, la quietud de ella comensaba a molestarme y entré muy intrigado. Adentro, mi madre descansaba su edad sobre un sillón mientras sus dedos habilmente se enrredaban en un hilo y formaban a cada segundo una parte más a aquel tejido refinado que colgaba de sus manos. Al sentir el ruido de mi respiración, miróme y a la vez se sorprendió de ello.

-Has llegado...-dijo, pude sentir su deceo interrogante desde la primera vez que fijó su mirada en mí.-¿Dónde has estado?
-Fuí sólo a dar una vuelta, la noche es fría pero la tierna brisa simula muy bien el rocío matinal. Sabes cómo me encanta ver la aurora.-respondí mientras entraba por completo. El calor que permanecía al interior de la casa me pareció muy contrarrestante a mi rostro, y entonces me dí cuenta de que un delgado manto de nieve cubría muy mejillas y todas mis facciones, seguramente producido por el forsado contacto al correr entre mi piel y el frío de la noche.
-Procura no llegar tan tarde, querido, sabes que a tu padre no le gusta que salgas tan de noche.
-Sí, mamá...-ascentí falsamente con la intención de retirarme hacia las escaleras para dirigirme a mi dormitorio. Y eso hise pues no le dejé tiempo ni oportunidad para seguir interrogándome.

Por fin me vi ensimado en mi cama, tirado boca arriba, con la respiración agitada aún y todavía pues quería conservarla, de aquel momento que pasé a su lado. Las imagenes de nuestro secreto encuentro pasaban sobre mis ojos como ilustración perfecta de mi memoria, y completamente sin acción de pensarlo, comensaban a salir de mi boca suspiros. Toda aquella noche era especial: el frío, el calor, las dalias...tantas emociones fuertes que aún recorrían mi cuerpo, sentí que tal vez eran demaciado para mí, que yo no era capás para ellas, pero luego el deceo me venía a la cabeza y replicaba lo contrario.

Ya por fin me vi rendido desnudo bajo las cobijas de mi lecho. No era pues acostumbrar mío dormir de esa manera, pero esta ocación las cosas eran muy diferentes de lo habitual, pues casi podía persivir sus manos rosar mi piel desnuda.

Aquella mañana desperté algo extrañado, sin recordar cómo fué que el sueño me venció tan calmada y lentamente la noche anterior, tan ensimado en mis pensamientos estaba que no me percaté de que cerraba poco a poco los ojos y me invadía el sueño dulce y miel. Me incorporé de la cama, de alguna forma me sentía incómodo, pero aún poniendome de pié, aquella sensación no se apartó de mí, busqué mis ropas y las dejé caer sobre mi cuerpo revistiéndolo a disgusto, me arreglé para no dejar la informalidad y salí tan ponto como pude de casa.

Me ví caminando angustiadamente por un hermoso jardín, la angustia la llebaba dentro, por fuera sólo podía notarse en mi rostro un gesto de susto y divagación que pude ver reflejado en la fuente de agua de aquella plazoleta. Me senté, miré los árboles grandes y meciendo sus ramas de un lugar a otro dejando escapar de cuando en cuando caprichosas hojas que adornaban el paisaje ya sea cayendo y siendo barridas por algún servidor. Pero tan hermoso paisaje para mí no era sino un mal cuadro pendiendo de la pared de alguna casa dejada de dulsura y armonía. Sin darme el lujo de disfrutar aquello, una sensación horrible embargaba mi estómago y dejaba de un sabor acre mi boca. Sorprendido de mí mismo y de haber sentido aquella sensación completamente indistinta y desconocida para mí hasta entonces, me tomé la cabeza y bajé la mirada al suelo. Un mareo horible me vino a la cabeza y de no haber estado sentado, seguramente ahora podría estar tirado en el piso rodeado de curiosos. Ya pasado un poco el dolor, levanté la mirada, y una chiquita pequeña que apenas sí podía sostenerse sola en sus pies, caminaba torpe pero felizmente hacercándose a la fuente de agua. Se quedó a la orilla de ésta, y perdiendo el equilibrio su cuerpo pareció dejarse caer en la pileta, que no siendo menor ni poco profunda, era capaz de quitarle la vida a la pequeña.

Un segundo que duró como la vida de un anciano, el rostro de la niña que de felicidad pasaba violéntamente a pavor, el peligro, calléndo la pequeña, el rostro pálido de Shion cambiando de igual manera que aquella niña una expreción de alegría por una de horror y lentamente habría su boca y dejaba escapar un grito que me atravesó el alma, su grito otra vez, y ahora un grito muy diferente: el de su orgasmo moviéndose expertamente sobre mí, hasta podía escuchar mis gemidos también, luego veíale caer y nadie había ahí más que yo, sus ojos rosas, un grito desgarrador...

Me tomé de los cabellos tirándo de ellos angustioso, volví a levantar la vista y aquella niña ahora era llebada por los brasos de una mujer: la pequeña parecía muy felíz. Pensar en todo aquello en tan poco tiempo devilitó mi mente, sentía mis ojos cerrarse, mi cuerpo caer...Aún así, la imagen de la niña sana y salva me consolaba y decíame que no era más que una pesada jugarreta de mi imaginación todo aquello que ví, y algo de tranquilidad me devolvía al cuerpo.

Me levanté de mi lugar, miré hacia el sol. No había tenido cuenta del tiempo, y sin notarlo era casi medio día, después que salí al amanecer muy temprano de casa. No paraba de preguntarme qué era lo que significaba aquella confusa vición que no me traía más que amargos presentimientos.

Decidí volver a casa ya un poco más calmado y seguro de mí, caminé muy lento hasta que asomé por las puertas de la gran manción Montesco. Adentro, todo estaba en silencio, desgarrador, incontenible. Entré y estaba mi padre a espaldas de mí, mi madre parada junto a él como quieriendo calmarle, mis hermanas sentadas en la sala y todas y sin exepción con un rostro de angustia y asombro. Todos voltearon hacia mí cuando me vieron entrar, menos mi padre, que continuaba dándome la espalda.

-¿Qué...qué sucede?-pregunté extrañado y en un tono de voz sumiso. Mi madre me miró y de sus ojos comensaron a salir lágrimas, igual acontesía a mis hermanas.
-Así que de una buena vez te dignas a llegar...-dijo mi padre fúrico con aquel timbre que pocas veces en mi vida había escuchado de su boca.-Dime dónde estubiste anoche.

Paralisóseme mi corazón y respiración, a la vez mi boca se abría de tamaño increible, dí un paso atrás para no caer al perder el equilibrio que me despojó aquella interrogante.

-Salí...a da runa vuelta...-dije hacercándome hasta estar a distancia apropiada para platicar con él, más mi padre platicar no quería, se volteó hacie mí, levantó su mano derecha, cerré los ojos. Pero allí se quedó paralizado esperando que no fuese a cometer un error con ello.
-¡Dí la verdad de una buena vez! Ayer te vieron, te vieron con un...¡Con un Capuleto! ¿Fué en los campos de dalias, no es así? ¡¡Responde!!

"¡¡No!!" Mentí yo, mirándole temerosamente a sus ojos, que ahora desplegaban su cólera.

-¡¡Mentiroso!!-la mano que tenía levantada se dejó caer sobre mi mejilla, sólo abrí los ojos cuando me ví tirado en el suelo luego de haber ido a dar contra la pared y azotarme contra ella. El golpe resonaba como campanilla en los rincones de la casa, retumbando mientras un fuerte ardor enrrojecía mi rostro y mi espalda reclamaba el golpe contra la muralla.-¿Sabes qué es esto? Deberías saber, es la bufanda que Criseida, tu propia hermana, tejió para tí. ¡¡Es la prueba irrefutable, de que tú, habiéndote juntado con aquel miserable, has traicionado a tu padre y a tu familia entera!! Y aún así, ingrato, osas en contradecirlo cuando ya está a flote tu cobardía. Han venido a contar ésto esta manaña, después de que tú allas salido de casa, y han traido como prueba la bufanda que allaron en los campos de salias después de tu junta.

Mis ojos comensaban a llenarse de lágrimas temiendo lo peor, nuevamente la sensación asquerosamente abrumadora me tenía aprendido y ahora era mucho más intensa. Mi corazón latía fuertemente como quieriendo escapar de mi pecho, me sentía desnudo y sucio ante las miradas de mi padre y de el resto de mis hermanas y mi madre que no paraban de llorar espectando todo aquello. Me sentí destruido, todo en mí se desplomaba en aquel instante, si alguna vez tuve sueño y esperanzas, aquel era el momento ideal para perderlas.

-Dime quíen de los tres hijos de Julio es...-dijo mirando al suelo mi demigrante estado.
-¡¡No puedo!!-grité, y una patada feróz atentó contra mi vientre, haciéndo salir en el mismo momento de mi boca una bocarada de sangre.
-¡¡Dimelo si no prefieres que lo sepa más tarde por boca del detective que lo averiguará en cuanto se ponga el sol!! Dímelo, pues, a pesar de lo que ha ocurrido, aún prefiero escucharlo de tu boca...

Plantado en el suelo como un vagabundo sin fuerzas, lloraba yo destruido y avandonado de cualquier piedad que Dios me haya tenido alguna vez. Traté de levantarme un poco más me fue imposible, carraspeé un poco la garganta. Sentí un frío sable atravesar mi pecho, y luego la vida en un segundo de aquella vición de la niña y Shion gritando, un presagio de la traición que yo, ¡oh miserable desdichado!, estaba por proferir, no contra mi familia, ni contra mi padre, sinó contra el amor de mi vida.

-Shion Amadeus Astto Capulet...-pronuncié lentamente mientras mis manos se empuñaban hasta salir sangre de mis palmas, y mientras mi cuerpo se estremecía a causa de aquella sensación mortal.
-¡¿Astto?! No puede ser...-dijo volteándose.-¡¡Lo voy a matar!!-gritó, y sin darme cuenta cómo, me puse de pié y tomé con fuerza su hombro para voltearlo hacia mí.
-¡¡Si tú lo matas, yo me moriré junto con él!-le grité, se volteó hacia mí y me miró con repugnancia, asotó nuevamente su puño contra mi rostro. Ante mi gemido mudo mis hermanas y madre gritaron de desesperación, mi madre se puse de pié y tomó su brazo.
-¡¡Ingrato, indecente, maldito traidor!! ¡¡Así muerdes la mano que te da de comer, la que te crió y la que te ama, infelíz!!-gritaba mi padre mientras desatando en mí toda su cólera, descargaba patadas sobre mi vientre, mi espalda, mi cabesa, mis miembros, completamente indefenso me ví en el piso, tratanto de enconvarme para aminorar el dolor de aquellos fuertes y certeros puntapiés que se clavavan en mi cuerpo, salían y no cesaban un sólo instante.
-¡¡Romeo, ya basta, le vas a matar!!-gritaba desesperada mi madre envuelta en lágrimas mientras sujetaba su brazo como si con ello pudiese detenerlo.
-¡¡Si matarlo pudiera, no tendría restricción!!-contestóle mi padre sin detenerse.. Mis hermanas seguían gritando aterradas al verme poco a poco perderme entre los golpes de mi padre, pues comensaba a ponerme pálido y la sangre no dejaba de salir un sólo instante de mi boca así mismo como de otras muchas heridas que se habían habierto a lo largo de mi cuerpo y que ardían de sobremanera. Sin decir nada, hallábame yo en el suelo en silencio reciviendo el castigo que se me profería, más era inevitable dejar escapar de mi voca gemidos mudos con cada golpe, pero aún así, sumiso y humillado, me encontraba siendo pisoteado por la autoridad y cólera inmensas de mi padre.

04 septiembre 2009

Full Metal Alchemist Shintetsu

Porque el viaje de los hermanos Elric no ha terminado...

FULL METAL ALCHEMIST SHINTETSU


Esa nueva serie realizada de pies a cabeza fiel al manga de la serie. Deferente a la serie lanzada por Square Enix, "Full Metal Alchemist" en donde el desenlace tiene que ver con dos mundo completamente distintos y paralelos ofreciendo como final el que ambos hermanos Elric vivan como niños normales sin alquimia. (Opinion personal: a mi me encantó la serie original incluyendo su final, pero si hacen otra, mejor xD) "Full Metal Alchemist Shintetsu" lleva la cronología del manga, el cual aún sigue siendo publicado, por lo que el desenlace es desconocido. ¿Intrigante? ¡Pues, velo!

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NOTA: los capitulos siguientes serán publicados en entradas independientes, y linkeadas a continuación: