17 agosto 2009

Romeo y Julieta (DohkoxShion) Capitulo 6 (3/3)

2º Continuación Capítulo sexto.


La aurora era mortífera y funesta, presentía muy dentro de mí que una sombra negra encargada de causar sufrimiento rondaba aquella casa, la podía escuchar, la podía ver, deslisándose por los rincones, dansando en los salones, era la muerte. Afuera llovía torrencialmente, el barro empapaba nuestros pies, la tierra estaba levantada a nuestro alrrededor, pues se acababa de hacer el agugero en la tierra para enterrar a Ardiles. Mi padre abrazaba a mamá y a Alma, pues ésta era viuda, su único acompañante en la vida era su hijo Ardiles, que la cuidaba y acompañaba, vivían juntos en una manción lejos de ahí. Ardiles obró muy bien en vida, lo reflejaba el dolor de su madre. Pero ahora, inevitablemente, no estaría más a su lado.

Yo, así mismo, abrasaba a Naizy y a mis demás hermanas, protegiéndolas de la lluvia y proporcionandoles cálidos consuelos, y a su vez, yo me protegía en ellas, pues así sentía que no devía caer por dever protegerlas. De no ser así, hubiese caído. Sentía tan profundamente la partida de Ardiles y mi puño apretaba con fuerza como si en ello me gastara la vida, pero no lo podía evitar, la rabia y el dolor eran muy grandes. El sacerdote rezó las últimas plegarias y dejaron caer el ataúd al suelo, dentro de la tierra. Me hacerqué, claro después de Alma, y dejé una flor negra sobre él, y un puñado de tierra. Así mismo todos los de la familia obraron igual, hasta que los criados comensaron a hecharle la tierra con las palas. Todos los amigos comensaron a retirarse luego de saludar a la madre del difunto, y sólo quedabamos afuera Alma y yo, que trataba de consolarla y llebarla adentro de la casa para que no se siguiera mojando.

-¡No! ¡¡No puedo...no entiendes!!-me decía mientras lloraba.
-No diga eso, tía Alma...entiendo perfectamente su dolor por que yo tambien lo siento...
-¡Pero tú no eras su madre! No lo conosías tan bien como yo, yo sabía que él era el joven más puro del planeta, ¿qué clase de bestia pudo matarle?
-Murió en la guerra, tía...-con esas palabras trataba de consolarme a mí también.-En la guerra se arriesga la vida y en la guerra se muere. Así mismo como usted deben estar llorando las esposas de los hombres que aseciné, y a mí nadie me llama bestia...Sé que eso va en contra de mis principios, pero tampoco podía dejar a papá pelear sólo arriesgando su vida..antes prefiero morir yo, y por eso me acompaño Ardiles...para protegerme...
-¡Hijo mío! ¡Hijo...Ardiles!-seguía llorando Alma.
-Tía...-la abrasé, pues necesitaba que un hombre la estrechara con fuerza, como lo hacía su hijo. La llebé a la casa, adentro mandé a los criados que prepararan hierbas para ella.-Llore, por ahora sólo llore...no deje penas sin llorar en su corazón. Yo me encargaré de cuidarla y si quiere algo sólo dígalo.
-¡No me quiero quedar sola...Ahora sin Ardiles estoy sola!-sollosaba.
-No. Yo siempre estaré a su lado...-me miró fijamente.-He prometido a Ardiles, antes de su muerte, que la cuidaría, y la protegería como si usted fuese mi madre y mucho más.
-¡Dohko!-dijo y me abrazó fuerte, sin dejar de llorar.

Me quedé cuidandola, luego la llebé a la habitacón de mamá y por el efecto de las hierbas se quedó dormida. La casa estaba profundamente vacía, pues todos habían salido a buscar algún lugar donde no encontrar tanta tristesa. Fuí un momento a mi habitación. Me disponía a abrir la pueta, cuando veo que ésta está apretada. Traté de abrir, pero era inútil. La enbestí entonces, se abrió, y me di cuanta que había un madero colocado en ella que me impedía entrar. Miré sobre mi cama, había un papel. Lo leí, decía "Hoy, Mercado, Campanas"

Me quedé pensativo unos instantes sentado en mi lecho leyendo y releyendo el texto una y otra vez hasta que pude comprender. Esa escritura la había visto antes en una carta, y no en cualquiera...¿Estaría entonces el Capuleto esperandome en el mercado al momento de las campanadas de la gran catedral de la cuidad que anunciaban el medio día? Era muy posible, y no dejé de preguntarme si era, en verdad, una buena decición ir. Pero mi alma me reclamaba, la partida de mi primo me dejaba un sabor amargo en la boca y el corazón compunjido, por otra parte, a su agresor le amaba con toda el alma que ahora lloraba dentro de mí. ¡Necesitaba respuesta! No podía quedarme así, recordando una y otra vez aquella imagen que se quedaba impregnada en mi mente, la muerte de mi primo y de manos de mi amado.

Me levante de la cama, destruí la nota, pues no podía ser descubierta por nadie, salí de casa.

Las campanadas resonaban en mi mente con un estrepitoso eco, el bullicio y tumulto de la gente me agobiaban y la temperatura y nuvosidad del día me asficciaban. Sentía que tarde o temprano todo en mí iba a explotar de un momento a otro, pero esa realidad no podía de ninguna forma arrebatarme mi albedrío. Vi en una callejuela apartada, donde las sombras rellenaban sus cóncavos asfaltos sin salida, unos pies calsados sencilla y a la vez elegantemente. Levanté la mirada y, en efecto, estaba él ahí parado, apollado en la muralla mirando afligido el suelo a sus pies.

-¿Me esperabas, Capuleto?-le pregunté sacándolo de sus pensamientos entrando a la oscuridad de aquella callejuela sin salida.
-Has venido.-dijo levantando el rostro, aún sin mirarme.
-Tal y como lo puedes ver.-le corté serteramente. Podía persivir en mis propias palabras un rencor contenido, cada vez que me disponía a abrir la boca trataba de tener cuidado en ellas, pero era inútil.-¿a qué me has llamado?
-Yo...-vasiló. Meditó un momento su respuesta y continuó.-Yo he venido a disculparme por la muerte de tu primo.
-De nada me sirben tus disculpas, Capuleto, la herida ya está hecha y no se reparará con nada.
-Dohko entiende.-me dijo clavándo sus rubíes purpúreos en mis ojos.-Así es la guerra...
-¡¿Entonces por qué vas a ella?! ¡Yo lo ví morir ante mis ojos, lo vi morir por el cruel bronce que tus dedos sostenían!
-No seas egoísta, sé que de tus manos varias vidas de mis familiares sucumbieron, si es asecino como quieres llamarme, yo a tí te debo el mismo respeto.
-Las cosas son diferentes...
-No lo son: son exactamente iguales. Quisás tu querías a ese chico, de ese mismo modo yo quería a todos ellos que ese día mandaste al infierno, y más importante que eso, yo quería a mi hermano. Por eso intervine.
-No debiste intervenir, lo atacaste por la espalda...Yo creí que eras un caballero, ¿cómo es que un caballero ataca por la espalda?
-¡Dohko, recapasita! Iba a matar a Mu, no iba a permitir eso de ninguna forma.
-¡Pero él había perdido de manera justa!-le grité ya descontrolado, sin notarlo siquiera, de mis ojos caían gruesas lágrimas. Si antes sentí que iba a explotar, ahora sentía que explotaba delante de Shion.
-¿Justa? Alla sido como alla sido, entiende que no lo iba a dejar morir. Es mi hermano, y le amo.
-¡Pies sí, era una justa batalla, era una justa victoria para Ardiles, y era justo que no hubiese muerto él!
-¿Estás diciendo que devía dejar que mataran a Mu por que era justo?
-Estoy diciendo que él era quien tenía que morir...-su mirada cambió, se volteó dolido por mis palabras, y a la vez sorprendido que allan salido aquellas de mi boca: yo lo sentía de la misma forma.
-Pues si eso crees, no veo que otra cosa más tengamos que hablar...-iba a retirarse, pero arrepentido, le detube tímidamente.
-Espera...yo lo siento...no era eso lo que quería decir...-se volteó y me miró irritado.
-¡¿Y qué era entonces lo que querías decir?!-bajé la cabeza y lloré en silencio unos segundos, luego le contesté.
-Entiendeme, por favor...estoy herido...tal vez no sé lo que digo...-susurré sin mirarlo, pues aún seguía con la vista en el suelo llorando. De pronto sentí sus cálidos brasos rodearme. Esa sensación protectora, me sentía libre en ellos, libre y sin temor.
-Te entiendo...-dijo y me estrechó fuerte, ya no pude contener más las lagrimas y me heché a llorar en sus brazos,pues en ellos no podía ocultar nada.
-¡Perdoname!
-No pidas perdón...nada de esto es nuestra culpa, es culpa del destino que se empeña en mantenernos en situaciones tan difíciles como ésta...es el destino, quien a pesar de nuestro amor, intenta separarnos. Mas te digo que no lo logrará jamás...-dijo sonrriendome.
-Te amo, Capuleto...
-Y yo a tí, mi querido Montesco...-acarició delicadamente una vez más mi barvilla y recorrió mi rostro hasta mi mejilla, allí sus dedos encontraron el apollo para hacercarse a mi rostro y posar tiernamente sus labios en los míos. Era, sin duda, un eximio consuelo para mi alma.

Después rompió cuidadosamente el beso y me miró a los ojos.

-Debo irme, amor...-me dijo con aire de tristesa.
-Pero...han pasado apenas unos segundos de las campanadas...
-Lo siento, en verdad yo no debería estar aquí...-tomado de mis manos me explicaba.
-No te vallas...te necesito, ahora estoy sufriendo y necesito tu cercanía...además, hace tiempo que no nos encontrabamos...
-No te preocupes, yo me encargaré de estar cerca tuyo, de poder darte el consuelo que necesitas y acompañarte como es merecido a un ser tan precioso como tú, de eso no tengas duda, pero ahora...
-Está bien, entiendo...-corté yo y se produjo un frío silencio.-No te arriesgues más por mí y regresa donde los tuyos.
-¡Te amaré por siempre!-dijo como despedida al salir corriendo, le ascentí con la cabeza y me fuí del lugar.

Regresando a casa, la acogida no era muy grata. Llantos por aquí, más personas sollosando por allá, aquellos gemidos me ataladraban los oídos y me quedaban resonando en la cabeza como un eco interminable. Mi tía Alma lloraba en la sala principal mientras era cobijada en el pecho de mi madre, su hermana. Mi padre fumaba afuera un puro para calmar sus nervios, y mi hermana Naizy estaba encerrada en su habitación y mis otras hermanas habían salido.

Ese día había sido tan monótono como su mismo amanecer. Sólo quedará en mi memoria el momento en que me encontré con Shion, y que me prometió una nueva esperanza, esperanza que yo mismo esperaba con ansias. Tres días más tarde, entré a mi habitación como siempre y encontré la puerta de igual manera trancada. Supe en ese instante que había estado ahí y que nos encontraríamos muy pronto. Logré habrir la puerta y sobre la cama había un pequeño papel. Lo tomé en mis manos, antes de leerlo lo hacerqué a mi pecho y mirando al cielo agradecí aquella señal que esperaba. El papel no decía nada específico, sólo las palabras "Sol, salida, dalias" Más, habría Shion de dejarme trabajo para desifrar aquel pequeño hacertijo, me mantube pensante unos minutos y hacerté a pensar "Hoy, a la puesta de sol en los campos de dalias"

12 agosto 2009

Romeo y Julieta (DohkoxShion) Capitulo 6 (2/3)

Continuación Capítulo sexto.


Ardiles, mi primo, vino a visitarnos, pero más que eso, vino por motivo de otro conflicto con los Capuleto. La situación me tiene muy nervioso, no dejo de pensar en Shion y en cualquier cosa que pudiese pasar durante el enfrentamiento. Han pasado varios días desde la fiesta de casamiento de Ampharo, y no he logrado verle. Además, papá me ha encargado a Ardiles, que tiene 5 años más que yo, para la batalla. Ardiles es muy buen guerrero, y por ese motivo, mi padre me ha ordenado que no me aleje de él mientras dure la batalla, pues teme que algo como lo que le sucedió anteriormente a él me suceda a mí. Ardiles tambien me ha estado enseñando todo este tiempo sobre la espada, a él lo estimo mucho, pues es hijo de mi tía Alma, la hermana de mi madre. Según él, sé perfectamente como cuidarme sólo y que no soy nada malo con espada en mano, pero papá insiste en que no valla solo.

-No estoy seguro de si pueda asecinar a alguien...-le dije mientras caminabamos hacia el lugar pactado.
-Tienes que ser hombre valiente, mi Dohko, recuerda que peleas por la vida de tu familia, de los tuyos, por la justicia.
-La justicia no nos pertenese-reproché.
-¡¡Recuerda que si no matas a tu enemigo, este puede ir donde los seres que más amas y quitarles la vida, como a tu padre!!-me gritó enfadado.
-Ardiles...
-Este no es momento para dudar, ahora que vamos a luchar. Si dudas, él único que terminará bajo tierra eres tú. ¿Qué haría tu padre en esas condiciones? ¿Qué haría la gente que te ama? Tú morirás y te irás de este mundo, pero ellos se quedarán sufriendo tu partida, llorandote con lagrimas de sangre, la sangre de tu enemigo que no fue derramada la derraman ellos.
-Tienes razón...-dije pensativo.-gracias...
-Ya es hora...-dijo mirando el horizonte y viendo en él las tropas de los Capuleto llegar.-Prepárate, y que Dios nos proteja.
-Amén-le seguí, tenía miedo, todos ahí lo tenían, pero ese era el momento de aprobecharlo para correr y sudar; luchar.

Todos los nuestros se lansaron al ataque, desenbainaron sus espadas y así mismo, las tropas de los Capuleto hacían igual. Yo me quedé inmovil unos segundos, pero al tiempo de ver que ya todos estaban luchando, desnudé mi espada y me lansé también.

Ardiles luchaba con dos Capuleto a la vez, a duras penas podía resistir, pero fuí en su ayuda. Tomé a un sujeto de la ropa y lo lansé hacia atrás, me puse en aguardia. Me miró con odio y me atacó violentamente, tenía una fuerza arrolladora. Sin quedarme atrás, lo envestí haciendolo retroceder y ataqué con la espada. Esquibó, la segunda vez detubo mi ataque, y luego me golpeó en el rostro. Perdí el equilibrio y caí al suelo. Me sentía acorralado, derrotado, se hacercó a mi para finalisarme, pero dí una patada hacia sus piés y tube tiempo de ponerme de pié mientras él volvía a incorporarse. Seguimos luchando, ésta ves él me envistió con una serie de ataques, que esquibé o detube, luego ataqué yo. Heché la espada hacia atrás, para conseguir mejor potencia, y con enorme fuerza la descargué sobre él, pero sin darme cuenta, con su sable devió el ataque y dejó mi pecho descubierto. Retrocedí rápidamente pero no lo suficiente, descagó su espada y me irió el vientre. Grité, el dolor era grande, me miré, estaba sangrando, pero la herida no era muy profunda. Más tranquilo con esa percepción, golpeé su sable con el mío, lo que hiso que este saliera volando de sus manos y cayera enterrándose en el suelo razo. El sujeto cayó de rodillas frente a mí.

-Piedad...-imploró.-por favor, perdonadme la vida y te estaré eternamente agradecido...-yo tenía mi espada en su cuello, pero dué en hacerlo.-Por favor!! Piedad!!-seguía gritando, no supe qué hacer, hasta que a mi espaldas llegó Ardiles, me empujó a un lado, y con su espada degolló al sujeto. Al caer su cuerpo monótono sobre el suelo, de sus manos calló tambien una nabaja que tenía escondida en la manga de su ropa.
-¡¡¿Dohko, has olvidado lo que te dije?!!-me reprochó.
-No...
-¿Comprendes que si no hubiera hecho eso él te habría matado? Sólo conseguía tiempo mientras se preparaba para atacarte, y tú no te dabas cuenta. ¡¡Devería enviarte a casa, porque no puedes levantar un arma contra un enemigo!!
-¡¡No!! Ya he aprendido, no cometeré el error dos veces...
-Esta bien...y sólo porque sé que puedes defenderte lo suficientemente bien, te dejaré por esta vez...
-Sí, Ardiles.
-¡¡Ahora corre!!-me empujó al ver que dos hombres venían hacia nosotros.

Me aparté de allí y en un segundo, un hombre alto y de cabellos negros me obligaba a ponerme en guardia. Se dirigió a atacarme, pero me dí la vuelta, esquibé y a la vez pasé a su espalda, desde allí mi sable no tenía obstáculos. Lo enterré con fuerza sobre su espalda, el hombre gritó, se quedó helado, sin movimiento, luego sus piernas comensaron a fallarle, saqué el sable. Calló al suelo, antes de morir mensionó el nombre de una mujer. Esa escena me dejó muy nervioso, acababa de arrebarale la vida a un hombre, no sabía si era justo, si era bueno, pero lo que sabía era que yo no tenía el derecho de arrevatarle la vida a nadie. Pero no podía dudar. Las palabras de Ardiles resonaban en mi mente. Recordaba aquella imagen en que mi padre estaba tirado en el suelo agonisando, esa oportunidad sentí que lo traicioné, y no podía fallarle de nuevo. Me mantube firme, me saqué el sudor de la frente y pasé junto al cadaver.

Traté de localizar a Ardiles con la mirada, lo había perdido de vista cuando me aparté, y ahora no lograba verlo. Corrí unos metros más allá, y por fin le pude ver. Me quedé helado.

Estaba luchando, sí, pero su contrincante poseía el rostro de alguien a quien yo conosía. Ambos combatían muy bien, pero de un momento a otro Ardiles logró arrebatarle el sable al chico de cabellos lilas. ¡¡¡Era Mu!!!

Corrí hacia él, pues ahora tenía el sable en el cuello de Mu para matarlo, iba a gritar no, pero, súbitamente, a su espalda ví una sombra que se deslisaba ágilmente hasta llegar a su contacto. La sombra alsó muy habilmente el sable por los aires, casi podía reconocer tan sincronisados movimientos. De un momento a otro, ví a Ardiles atrabezado por el sable. Grité.

-¡¡¡Nooo!!!-Ardiles cayó el suelo, y sólo entonces pude ver el rostro de su agresor, aquella sombra que estaba a sus espaldas la pude ver muy bien, mientras sacaba su sable ensangrentado del cuerpo de mi primo, y lo envainaba nuevamente. En sus ojos estaba la cólera funesta que precipitó la muerte de Ardiles. ¡¡Sus cabellos verdelimón, su porte, su piel, todo!! Me quedé inmovil observandolo, no lo podía creer.

Sus ojos se abrieron en tuda su expreción, jamás esperó verme ahí presenciando la escena. Desvió la mirada hacia abajo, desde ese momento no la alsó más.

-¿Mu, estas bien?-dijo mientras se hacercaba a él.
-Shion...ahí esta...
-Silencio.-ayudó a incorporar a su hermano, se volteó y dijo en voz alta.-Lo mejor será que nos retiremos de aquí, sin duda es lo mejor.

Pude ver que Mu estaba herido en un brazo y que por esa razón había perdido su sable. No me pude mover hasta después de que sus sombras desaparecieron veloces del lugar, mi corazón se había destrosado. Corrí hacia Ardiles.

-¡¡¡Ardiles!!!
-Dohko...vete, déjame aquí...
-Ardiles, lo siento, todo esto fué mi culpa...-le dije mientras tomaba su cabeza y me la colocaba en las piernas. Era inevitable que teniendo tanto dolor dentro de mí, salieran las lágrimas.
-No fué tu culpa...así es la guerra...tienes...tienes que ser fuerte...prometeme...que cuidarás de mi madre...es lo que más amo en esta tierra...
-Ardiles, ten por seguro que mientras yo viva, a tu madre no la faltará absolutamente nada, pero no mueras, ¡resiste!
-Ya...ya no puedo...déjame ir a descansar en paz, primo...estoy exausto...
-Ardiles...no...
-Huye, el enemigo puede volver contra tí...
-Traquilízate, que no volverá.
-Vete de todas formas...nada te puede pasar, me has prometido algo...
-No me iré sin tí.
-Tendrás que hacerlo...Dohko...Do...-sus ojos se fijaron en un punto fijo, en la nada, y su respiración cesó.
-Como tú lo decees...-dije sin mirarlo, con la cabeza hacia abajo, mientras le cerraba los ojos.

Aún así, tome su cuerpo y lo cargué hasta llegar a casa. No iba a dejar a su madre sin poder velarlo como dice nuestra tradición y llorar a su cuerpo, tampoco podía impedirle que emprendiera las plegarias a Dios para que le recibiese en los cielos y tampoco lutarlo.

Cuando llegué, la escena que se desprendía de mis ojos era desgarradora. Mi tía Alma, la hermana de mi madre, tomaba y besaba el cuerpo mientras lloraba a mares, descontrolada y completamente desesperansada de la vida. Me quedé sin decir nada, era todo mi culpa: el sufrimiento de aquella noble mujer.

Con el llanto, Naizy se levantó de su cama y bajo a ver lo ocurrido. Se encontró con nosotros a la entrada de la casa, Alma, yo y el cuerpo ensangrentado y sin vida de Ardiles. Dió un grito de susto.

-¡Dohko! ¿Qué ha sucedido?
-Le mataron, Naizy...¡mataron a Ardiles por mi culpa!-dije mientras lloraba silenciosamente, parado y sin movimiento, tenía las piernas entumesidas y todo el cuerpo medio dormido...no podía reaccionar a nada.
-No digas eso, hermano, no te culpes...-decía mi hermana mientras comensaba a llorar tambien la muerte de Ardiles junto a Alma. Luego me estrechó en un profundo abrazo.-Parece que nosotros, los hermanos Montesco, estamos maldecidos.-suspiró mientras me estrechaba. Sentí en ese momento una profunda sercanía con mi hermana, ella sufría, al igual que yo, y además de eso era como si mi sifrumiento ella lo conosiera y lo adormeciera. Y luego pensé en sus palabras: verdaderamente, los hermanos Montesco parecíamos estar maldecidos.

09 agosto 2009

Romeo y Julieta (DohkoxShion) Capitulo 6 (1/3)

Capítulo Sexto.

ESTRELLA NEGRA.


Ya era de día. Desperté súbitamente, con el ruido probeniente de afuera de la habitación. Eran conversaciones. Naizy seguía duermiendo sobre su lecho y me levante sigilosamente y salí de la habitacion. Salí hacia el living y ahí estaba mi padre, mi madre, todas mis hermanas, incluyendo a Ampharo y su esposo, discutiendo hacerca de la situación de anoche.

-Dohko, que bueno que has despertado.-dijo papá al verme.-¿Cómo está Naizy?
-Ahora está dormida, he logrado calmarle...
-¡¡Dios mío, las cosas no pueden ir peor!!-exclamó Záfiro, mi hermana menor.
-Queremos mucho a Naizy como para dejar este asunto sin solución...y no hay más salida que enviarle a un sanatorio mental.-sentenció mi padre.
-¡¡No!!-reproché.-No lo hagas, papá, se recuperará...
-¡¡No puedes jugar con la recuperación de tu hermana!! En este momento ella sufre, si la enviamos, sabremos que podemos tenerla de vuelta sana. No es por nosotros, Dohko, es por el bienestar de ella misma.
-¿¿Romeo, por favor, no hay otra manera?? ¡¡Es nuerta hija querida!!-gritó mamá llorando.
-No la hay. ¡Que Dios nos acompañe en los malos tiempos!-rezó mi padre y se retiró del salón. Se fué a su habitación. Almorsamos sin mi padre y sin Naizy, que seguía en su piesa. Terminé de comer y fuí donde ella rápidamente. Toqué a su puerta, pero no me contestó. La abrí.

-Naizy...-pero estaba en su cama, recostada de lado, de modo que no le podía ver el rostro.
-Dohko...-susurró muy bajo.
-Hermana...¿cómo te sientes?
-Mejor...gracias, Dohko, gracias por todo...-dijo son voltearse.
-Naizy...-le toqué el hombro haciendo ademán para que se volteara y lo hiso. Sus ojos estaban rojos y cansados ya de llorar.-¿No tienes hambre?
-No...gracias
-Debes comer.-repuse-Aunque no quieras te traeré un plato, espera aquí-fuí corriendo a la cosina, tomé un plato y le pedí a la criada que lo llenara. Le agradecí y volví corriendo, claro, teniendo cuidado de que no callera nada de comida.-Ya llegué, aquí tienes.-dije entregándole el plato mientras ella se incorporaba.
-Eres un terco...
-Come aunque sea una cucharada.-me miró, sonrrió levemente, pues supo que no podría negarse. Me quedé acompañándola hasta que se terminó el plato completo.
-Dohko...te preguntaré algo pero quiero que seas cincero con tu hermana.
-Yo siempre te seré cincero...
-¿Tu...tu crees que...que yo estoy loca?
-Naizy...-le reprendí suavemente al verme acorralado.-Has perdido algo muy valioso en tu vida...comprendo cómo te sientes, y ten la seguridad de que si yo estubiera en tu lugar, estaría mucho peor...es sólo cosa de que logres olvidar lo ocurrido anoche, no tiene importancia. Lo que sí me importa es lo que piensas y lo que sientes, y eso me preocupa mucho...no sólo a mí, a papá y a mamá, y a todas nuestras hermanas. Eres muy importante en esta familia.
-¡¡Dohko, te amo tanto, hermano!!-me abrazó fuerte y llorando. La estreché y consolé.
-Yo tambien te amo, Naizy...no llores. Sonrríele a tu hermano.-le pedí. Me miró con ternura y sonrrió legeramente.-Así es como te quiero ver. Ahora descansa, duerme todo lo que quieras, si necesitas algo es sólo cuestion de pedirlo y todos correrán a atenderte, no estás sola en esto.-me ascintió con la cabeza, se metió dentro de la cama y la cobijé delicadamente.-Te amo.-dije besándole la frente. Me dirigí a la puerta, pero antes de salir me llamo.
-Dohko...yo también.-le sonrreí. Cerré la puerta.

Afuera no había nadie a quien pudiera esconderle mis sentimientos, estaba derrotado ante la situación, ver a mi hermana enese estado me dejó atónito y sin nada que decir o hacer. El camino era más sinuoso de lo que pensé, me sentí impotente al no poder solucionar aquello. De sólo recordar sus ojos llenándose de lagrimas, mi alma se destrosaba, traté de contener el llanto, pero una gruesa lágrima corre por mi mejilla. Recordé pronto que papá tampoco había comido desde la mañana, y que seguramente estaba en su cuarto muy afectado por lo sucedido. Me dirigí ahora a su cuarto.

Toqué y estaba sentado en su escritorio escribiendo una carta, me dio la entrada.

-¿Que sucede, Dohko?
-No es nada, papá...sólo quería ver cómo te sientes...
-No sabes lo duro que es para mí. Siento que todo esto es mi culpa, ese día...si hubiera socorrido antes a Francisco...-suspiraba.
-No fué tu culpa, padre...eso lo sabes bien.-miré con atención la carts que escribía.-¿qué escribes?
-Una solicitud, para que...hacepten a Naizy en el sanatorio mental del reino.-dijo con pesar.
-No...papá...
-Dohko, ya no me discutas más que así no me ayudas en nada. Tú ya eres todo un muchacho, no eres el niño de ayer, sabes que la situación no es fácil, sabes que tu hermana sufre, deverías apoyar mi decicion.
-Es que me cuesta pensar que Naizy pudiera estar en un lugar como ese...ella siempre ha sido tan tranquila, tierna, amable...
-Y por ese motivo, Dohko, ¿recuerdas cómo estaba ayer?Esa no es mi hija, y yo quiero a mi hija de vuelta.
-Lo sé...yo tambien...No has comido nada desde la mañana.-acoté.-¿No quieres que te traiga algo?
-No, gracias, hijo, bajaré a comer pronto, tú no te preocupes. Ahora, acompaña a hu hermana, al parecer eres el único que puede calmarla.
-Nos tenemos mucha confiansa entre ambos, desde pequeños.
-Ve con ella, hijo, mi Dohko.-me besó la frente y me sonrrió.-vé.
-Sí, padre.

06 agosto 2009

Mu fan art

yaa...Aquí un dibujo que hise para un evento en el fanwork de SSY (tengo el link abajito en mis enlaces) "Melodías Marinas para Mu de Aries" hecho por mí, Stel rose, Estely_Shion, ale, hanna: ¡¡la misma persona!!


Un Dibujante Exepcional: Mark Crilley

Estadounidense de 43 años, ilustrador y autor de mangas, y creador del manga Miki Falls que es publicado por Harper Collins. Quisá estos datos no les sirvan de nada, pero pasamos a otro ámbito cuando pensamos en tutoriales sobre dibujar personajes animé o incluso sobre cómo dibujar al estilo manga.

Conocí sobre él buscando videos en internet, y ahí me encontré con uno de sus videos, uno de sus cuantos tutoriales: claro, lo explica en inglés (y yo no soy para nada buena para el inglés hablado) pero me basta y me sobra con solamente mirar lo que hacen sus dedos. Despues de todo, un dibujante se hace de la observacion mayormente. De todos modos, para ustedes deve ser facil entender lo que dice, de hecho, soy la unica ignorante que no lo sabe TwT.

Tiene, como dije antes, numerosos tutoriales sobre cómo dibujar en youtube, en su propio canal; un espacio en devianart (no sé mucho sobre cómo se usa esa pag); y una página web donde promociona la serie de mangas Miki Falls.

Youtube
Web propia
Devianart

Yo comensé a dibujar manga (el manga Deschannel Sisters publicado AQUÍ) sin saber o haber leido nada sobre manga, y eso se puede notar asquerosamente con las primeras paginas de éste. Pero he ido aprendiendo viendo varios mangas y buscando por aquí y por allá en internet, y sin duda Mark Crilley ha sido uno de las principales ayudas en la violenta mejora de mi gráfica, cosa que realmente no me esperaba en tan poco tiempo, y que espero que siga progresando.

Y mi consejo es simple: si tu quieres dibujar, y desde luego, mejorar, vé sus videos. Así de corto y presiso...



04 agosto 2009

Romeo y Julieta (DohkoxShion) Capitulo 5 (4/4)

3ª Continuación Capítulo V


Su pregunta me dejó inmovil, al igual que el estrepitoso golpe a la puerta. Dentro de mis pensamientos rebotaba como eco la mismas palabras: <<¿Dohko, qué haremos?>>, <<¡¡Dohko, qué harás, Dohko!!!>>. Y luego me volteé hacia él y encontré la misma mirada interrogante y llena de terror, como la de una liebre que pide ayuda arrancando del lobo.

-Dohko, ¿estás ahí?¿Te encuentras bien?-se pronunció al otro lado de la puerta, en aquellas palabras pude reconocer la voz de mi madre. Ahora con más sertesa y carácter, me dirijí a él.
-Date la vuleta, déjame ponerte el vestido.-dije rápidamente en voz lo suficientemente audible como para que sólo él la escuchase. Ascintió con la cabeza y se volteó.

Tomé el vestido y se lo coloqué como devía ir. Traté de subir el sierre, pero con el nerviosismo, jalé demaciado fuerte, haciendo escapar de su boca un gemido.

-Dohko, ¿que fué eso?¡Abre la puerta!-dijo ahora mi madre al escuchar eso.
-Lo siento, lo siento, soy tan torpe...-me excusé y él sólo sonrrió haciendome un gesto de que no era nada. Luego traté de tranquilizar a mamá-¡No te preocupes, madre, estoy bien, no es nada!
-¡No me vengas con eso, abre la puerta!
-¡No sube, Shion, no sube!-le reclamé desesperado.
-¡Sólo tira con fuerza, no me dolerá!
-¡Mamá, espera un momento!-traté de contenerla para ganar tiempo. Respiré ondo, y de un fuerte tirón jalé el cierre del vestido y logré abrocharlo. Shion se tapó la boca para no gritar ,y trató de disimular, que por cierto lo hace muy mal, que no le dolió en absoluto.
-¡Dohko, no me contradigas, ya abre de una buena vez!
-Sí, madre...-dije por fin, y me hacerqué a abrir la puerta, pero Shion me detubo.
-Tienes mi maquillaje por toda la cara, Dohko...-me miré al espejo y en efecto, por toda mi cara había lapiz labial, producto de los besos que nos dimos. Me limpié rápidamente con una toalla y abrí la puerta.
-Dohko, ¿qué sucede? ¿Por qué tenías cerrado con llave? Sabes que dio que hagas eso y...-se detubo y miró a Shion que se encontraba a mis espaldas.-¡¿Qué hace esta señorita aquí?! ¡¡Dohko, no me digas que cometiste alguna canallada con ella!!-Se hacercó a él, pues parecía una joven elegante y de buen parecer y familia, en ese caso sería yo el villano.
-No, mamá, no es lo que piensas...¿y usted por qué ha venido hasta aquí?
-Fuiste al baño y te habías demorado tanto, me preocupé, pensé que algo malo sucedía y ¡no me cambies el tema, jovensito!-se dirigió a él.-¿No te ha hecho nada?
-Mamá, ¿cómo puedes desconfiar de mí de esa manera?
-¡¡Entonces significa que ambos han venido aquí por voluntad propia, a revolcarse sin estar comprometidos, ni mucho menos casados!!
-Disculpe que la interrumpa...-intervino Shion. Aquella escena fué muy cómica: él tratando de imitar una voz femenina, con aquella voz tan grave y ronca que tiene, el resultado fué completamente desastroso. Lo que lo obligaba a hablar despacio y disimulado. Pero aún así mantuvo la ligeresa en sus palabras que lo hacía personificar muy bien a una chica.-pero se encuentra en un error. Mi nombre es...-me miró fijamente tratando de robar de mí alguna idea.-Milena. Estaba en la fiesta disfrutando junto con los demás, y de pronto me sentí muy mal. Estaba a punto de caer cuando el joven Dohko me ayudó. Le pedí que me trajera al baño pues no tenía las fuerzas necesarias para ir por mí...misma. Me trajo y le pedí compañía, me sentía mareado...mareada-corrijió.- y él tubo la gentilesa de acompañarme. El joven Dohko es un caballero muy educado.
-Ya veo...¿pero por que no me abrías, Dohko?¿No ves que tu madre se asusta?
-Fue por causa mía.-intervino de nuevo.-Mi padre sabía que estaba enferma y no quería dejarme venir, pero yo vine de todos modos. Le pedí discreción al joven, por que si él se entera de ésto, me daría una tunda...
-Ah...Dohko, pero que tierno eres...y yo desconfiando de tí...-se disculpó mi madre.
-Madre, ¿podría llebarla a una habitación para que Milena descanse? Está devil y en cualquier momento le puede venir un desmayo.
-Y hasle algo de compañía para que no esté sola, eso si, no se te ocurra propasarte...
-Madre, por favor..!!
-Bueno, ve a dejarla a tu habitación.-me besó en la frente como siempre hacía y se retiró.
-¿Milena...me acompañarías a mi habitación?
-No. Sabes que es muy peligroso para mí, Dohko. Y sabes muy bien que mi nombre es Sh...-se detubo. Su nombre no podía ser pronunciado en aquel lugar.
-Lo sé. Pero tú no sabes cómo quiero que nuestra primera vez se vuelva a repetir, cuánto...te deceo...
-Amor mío, siento lo mismo por tí, pero...¿tu habitación?
-Nadie nunca entra ahí. Además, pondré llave en la puerta, seremos silenciosos, a pesar de que no se escucha nada por el ruido de la fiesta...
-Tengo un poco de miedo...pero, por otra parte, he venido a esta casa venciendo mis miedos; he venido aquí para verte y sentirte a mi lado...
-Nada sucederá, te lo prometo. Debes confiar en mí, todo saldrá bien.
-No sabes cuanto te amo.-fué su respuesta sonrriendome como siempre lo hacía y como todas las veces se roba cada pedazo de mi corazón.

Le tomé una vez más de la mano y le conduje a mi habitación. Al llegar allá, su comportamiento cambió. Observava todo con sumo cuidado, sin perder ningún detalle del lugar, sus ojos brillaban, había ilución en su alma. Se hacercó a mi mueble de cama y abrió uno de sus cajones. Allí presisamente encontró...

-Esto es...-me miró con alegría y júbilo en sus orbes, una mirada tan inocente, tierna.-...la carta que te escribí...
-Es la misma que leo todos los días al despertar, así pienso en tí durante todo el día...-dije hacercandome romanticamente a él.
-¿De verdad haces eso?¿De verdad me amas tanto?
-Más de lo que algún día podrías imaginar, Shion, y ahora que estamos solos, puedo repetir ese nombre que tanta locura me causa y que hace que mi piel tiemble al ver a su dueño, Shion, Shion, Shion!!!-me hacerqué a su cuello, desde entonces parecía que me tenía embrujado y que ese exquisito aroma que allí reposaba era mi droga.

Debo admitir que nunca en mi vida experimenté sentimientos como aquellos, y que antes me parecían tan lejanos e incomprensibles. Deceaba a un hombre con todo mi corazón, y eso jamás lo podría expresar en palabras a menos de haberme enamorado, y este amor me ha abierto un nuevo mundo, nuevas experiencias, vivencias, una nueva etapa en mi vida, en la que sólo está Shion y sólo él tiene verdadera importancia, nada más la posee, convirtiendose en mi religión, presente, pretérito y futuro. Quería tocarlo, sentirlo, quería amarlo, quería que él también me amara. Llegué a la conclución de que yo ya no era el niño de antes. Ahora sé cosas que antes no comprendía, y más y más misterios se desenvuelven ante mis ojos, puedo ver las cosas más claras y verdaderas que antes, puedo ver cómo siempre fueron, sin ya poseer las vendas que me tenían atado a ese mundo al cual antes yo pertenecía. Ahora él era mi único mundo.

Y mi mundo comensaba a respirar cada vez más agitado al sentir sus caricias, al mismo tiempo que se encargaba de desabotonar una vez más mis ropas hasta dejarme completamente desnudo. Me besó con pación y me miró fijamente. Hiso ademán para que bajara el cierre de su vestido, y se volteó, dejando caer la parte de arriba, mostrando su pálido pecho. Sin alejarme de su cuello, puse mis manos en su cintura para sacar la parte de abajo, pero me detubo. Posó sus manos sobre las mías dejandolas pricioneras, y volteando sólo la cabeza me miró profundamente. Comprendí lo que quería decirme con aquella expreción, esa noche sería distinta a la anterior.

Arranqué la última de sus prendas y se dejó caer a mi lecho entregandose completamente a mí. Me subí ariba de la cama y delicadamente me monté en su cintura, claro sin alejarme un segundo de aquel aroma de su cuello. Desde ahí me susurró.

-Esta noche yo quiero ser tuyo, quiero sentirte dentro de mí, Dohko, te quiero, te amo...!!-decía entre gemidos mientras yo besaba su espalda y comensaba a bajar hasta su cintura.-Hoy seré lo que quieras que sea, seré tu eslavo, haré lo que me ordenes.
-No digas eso, yo jamás sería capaz de ordenarte algo...
-Entonces, seré por tí, un Montesco. Por que es aquí donde estoy, entregado completamente al hijo del patriarca Montesco, el duque Romeo, estube bailando entre los suyos y es en su lecho que ahora estoy tendido desnudo. Hoy seré Shion Montesco...-sus palabras llegaron en lo profundo de mi corazón y casi no tube palabras para dar a entender lo que sentía por ello.
-Agradesco tanto lo que haces por mí, Shion, te amo tanto...-susurré preparandome, me acomodé sobre él y lentamente comensé a introducirme en su corazón, en lo más profundo de su alma. El sabor de su canto me hacía later el corazón tan fuerte, ya no tienía sentido del tiempo o del espacio, sólo estabamos él y yo.
-Dohko...!!-fué lo que pronunció al sentir por primera vez mi cercanía envuelta en la dulsura de un beso.

Ya era mas tarde. Shion reposaba sobre mi pecho como un niño y como, me doy cuenta, le encantaba estar. Descansaba y recuperaba el aliento perdido hace momentos atrás, cubiertos ambos por las cobijas del lecho. Su dulsura era inagotable, su aroma un delicioso manjar, y los susurros del viento de esa hermosa velada cantaban una antígona a nuestro increíble amor. Lo miré, lo admiré por varios segundos, tratando de entender cómo es que su flor es infinita, hermosa, y que a pesar de haber ocurrido aquello ya dos veces, para mí era el ser más virginal de la tierra y de los cielos mismos.

-¿Estas cansado?-le pregunté acariciandole el cabello.
-Un poco...sólo quería estar un momento a tu lado.¿Te es molestia, amor mío?
-Me es un placer, siempre que estas conmigo es un placer.
-Eres tan hermoso, Dohko, eres como la bella tórtola que vuela por los cielos, dejando caer relucientes suspiros con su vuelo que son como estrellas brillantes que flotan ligeramente en el aire adornando el paisaje natural, como un rocío volatilizado; y su plumaje fino y suave, delicadamente construido para obtener así la perfeccion. Millones han tratado de cazarle, matarle, pero nunca podrán arrebatarle lo que posee, esa extraordinaria luminosidad, imagen perfecta de los cielos que se han quedado imprecnados con su vuelo.
-Dices cosas muy bellas...me has dejado pasmado.
-Es sólo que te amo. Te extraño tanto cuando estas lejos...-dijo en un suspiro mientras se acurrucaba más en mi pecho.
-Shion, no...siento tener que decir esto, pero debo irme...
-¿Qué?¿Por qué?
-Esta ocación es muy distinta a la anterior. Esta noche soy yo quien precide la ceremonia, yo estoy al cargo de todos los sirvientes y criados, y no puedo ausentarme tanto tiempo.
-¿Que no está tu padre para esas cosas?
-No por siempre. Él quiere que los criados y sirvientes se acostumbren a su nuevo lider...
-Y ese eres tú, ¿me equiboco?-dijo entristesido.
-Así es. Pero puedes quedarte aquí si lo deceas...
-¡¿Solo?!
-La puerta quedará con llave dada la ocacion de que alguien llegara, tendrá que tocar, además mamá ya sabe que tú, Milena, estas en mi habitación descansando.-me puse de pié y comensé a vestirme.
-¡¿Pero, Dohko, olvidas que soy un Capuleto?!
-Shion, prometí que todo saldría bien, y nada ha pasado, no tengas miedo, amor...Y si alguien viene, te vistes y le abres, o te haces el dormido.
-Dohko...-ya listo me hacerqué para despedirme.
-Tranquilo, volveré en un momento. Iré sólo para que me vean en la fiesta y no se sospeche nada. Te amo.-dije besándole efusivamente, él respondió con poco interés y susurró.
-Yo también te amo...-me dirigí a la puerta y desde ahí lo vi envuelto entre las sábanas con la mirada cabisbaja y escondiendo en ellas su desnudes. Cerré la puerta, me quedé ahí unos segundos. ¡Cómo deceaba quedarme ahí! Con él, toda la noche y todas las noches de mi vida. Salí tan rápido, y de no ser de esa manera, no hubiese aguantado. Pero una extraña sensación rondaba mis pensamientos, y tomé la decición de que era mejor ir a la fiesta, por una u otra razón, pero devía ir.

Bajé las escaleras, lentamente llegué hasta el salón donde todos bailaban alegres y reían felices. Caminé por entre la gente, y desde ahí divisé a Naizy sentada en una mesa, con la cabeza agachada y sin movimiento. Una molestia se me vino al estómago, luché para salir de entre ese monton de personas y me hacerqué hasta su mesa. Llegué junto a ella, no pareció notarlo, seguía igual que como la había visto.

-Naizy...-quise llamar su atención, pero no le podía ver a la cara, tenía la mirada en el suelo. Insistí ésta vez más fuerte, pensé que tal vez no me escuchó con el bullicio, pero no respondió. Ya muy preocupado por la situación, puse mi mano sobre su hombro.-¿Naizy, qué sucede?-le tomé de la barbilla para levantarle el rostro, y me encontré de sorpresa un increíble choque entre mi mirada interrogante y sus ojos cubiertos de lágrimas que miraban fijamente hacia la nada, su rostro lleno de angustia.-¡¿Naizy, qué pasó?! ¡Dime algo!-fijó violéntamente sus ojos en los míos y sonrrió frívolamente.
-Lo ví...-dijo y volvió a bajar su rostro. La detube e insistí nuevamente.
-¿A quién has visto?
-¡¡Tú lo sabes...tú sabes a quien yo ví!! ¿Tú también lo viste?-dijo ahora con algo de esperanza.
-No me asustes de esa forma, por favor, ¡dime que viste, a quién!
-¡¡Tú lo sabes!!-gritó estrepitosamente, todos se detubieron a identificar de quién provenía, y asombrados se enteraron que era de la dulce doncella Montesco. Se puso de pie, cuerpo a cuerpo conmigo. La música se detuvo y todos estaban atentos a la discución.-¡¿Por qué demonios preguntas?! ¡¿Quieres hacerles creer a todos ellos que estoy loca?! ¡¿Es eso, no?!
-Cálmate, por favor...-le dije preocupado pero continuó gritando.
-¡¿Cómo quieres que me calme?! ¡¡¡Yo lo ví!!! ¡¡¡Yo lo ví!!!-tomó los manteles de las mesas y tiró de ellos, botando todo, vasos, platos, comida, al suelo, formando gran bullicio.
-¡Dohko!-Escuché de lejos, era mi padre que se hacercaba preocupado a informarse de lo que sucedía.
-Papá...-dije en un suspiro de alivio.
-¡¿Qué le pasa a tu hermana?!-preguntó exaltado. Ella se entrometió entre nosotros y le contestó.
-¡¿Quires saber lo que me pasa?! ¡¡Lo que pasa es que lo ví!! ¡¡Yo lo ví!! ¡¡Yo lo ví!!
-¿A quién viste, hija?-dijo papá tratando de calmarla.
-Contéstale, Dohko-exigió ella.-¡¡Dile a quién ví!! ¡¡Porque tú lo sabes!!-papá me miró preguntandome con los ojos, yo bajé la mirada, callé unos segundos y luego le contesté.
-Ella...ella vió a Francisco, papá...
-No puede ser...
-¡¿Y por qué no?! ¡¡Si yo lo ví, le vi el rostro, le vi sus ojos, lo ví como lo podía ver hace dos años, cuando estaba...vivo...-comensó a llorar amargamente, dejando su cuerpo caer en el piso.
-¡Dohko, hijo mío, tu hermana a enloquesido!-me dijo papá.-Llebadla a su alcoba, allí estará segura, hasta que se calme.-sólo ascentí con la cabeza y tomé a Naizy de la cintura para levantarla, pero estando de pie comensó a gritar nuevamente.
-¡¡No, déjame, déjame!! ¡¡¡¡Dohko!!!! ¡¡Yo lo ví, es verdad!!-quise guiarla de la mano hasta su alcoba, pero se reusó con fuerza de hierro. Papá me miró con desición, y entendí su mensaje. La tomé de la cintura y a la fuerza la arrastré por las escaleras, y desde ahí divisé a la señorita que momentos antes estaba conmigo en mi alcoba: Shion se alejaba de la fiesta con el vestido de su hermana, muy apresurado, corriendo entre todos hacia la salida. Sentí fuertes ganas de seguirlo, e inconsientemente de mis labios se susurró su nombre, pero ahora la situación en la que estaba era mucho más grave. Naizy gritaba y lloraba, golpeandome para que la soltara, y mientras todos miraban aterrados aquel espectáculo: ¿y cómo era posible que Naizy, tan tranquila, tímida, sencilla y alegre doncella podía llegar a actuar de esa manera? Locura, era la respuesta más acertada de todos.

Llegamos hasta su habitación, la lancé sobre su cama y rápidamente cerré con llave la puerta.

-¿Por qué me haces esto?-me preguntó entre llantos.-Me encierras en mi propia habitación, me trajiste a la fuerza, me hisiste daño en el forcejeo...¡¡Eres mi hermano!!
-Naizy, cálmate, por lo que más quieras. Yo te amo, hermana, eso no lo dudes un momento, pero así como estas ahora sólo puedo actuar de esa forma para protegerte.
-Protegerme...-repitió con una burla.-Tu no me crees, nadie me cree, ¡¿por qué nadie me cree?! ¡¿Por qué no es posible que él regrese?!-lloraba.
-Naizy...sabes que él está...
-¿Muerto? ¿Y qué pasa si él volvió? ¿Si en realidad nunca murió?
-¡¡Naizy, él está muerto!!-le grité, tontamente, y sus ojos se llenaron de lagrimas.-No quise decir eso...pero tienes que haceptar que ya no está entre nosotros. Ahora, él está en compañía de nuestro señor, mirándote, quizás, cuidandote.-me senté junto a ella.
-Pero...yo le ví...-la estreché en un fuerte abrazo, y lloró en mi regazo por varias horas, desahogando su pena. Me sentí derrotado ante aquel llanto, ante aquella escena, mi querida hermana sufría, y yo estaba helado frente a todo eso. ¿Y qué más podía hacer? No tenía palabras, no respiraba, todo estaba en una quietud desgarradora.

Se quedó dormida luego de varias horas, le tomé, le desvestí y le recosté en su cama, muy delicadamente. Me quedé en su habitación amparando su sueño, junto a su cama. Las fuerzas me avandonaban a cada momento, y mis ojos se cerraban lentamente, en el suelo me quedé, como si fuese un cómodo colchón de plumas, completamente falso.

02 agosto 2009

Romeo y Julieta (DohkoxShion) Capitulo 5 (3/4)

2ª Continuación Capítulo V


..."Usted, joven Prometeo Gustav Malmsteen Sidane, ¿acepta a Ampharo Juliet Pirlo Montesc como su lejítima esposa, para cuidarla, respetarla, amarla, en la salud y en la enfermedad, en la riquesa y en la pobresa, en la felicidad y en el caos, hasta que la muerte los separe?
-Sí padre.
-Y usted, señorita Ampharo Juliet Pirlo Montesc, ¿acepta a Prometeo Gustav Malmsteen Sidane como su lejítimo esposo, para cuidale, respetarle, amarle, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en la felicidad y el caos, hasta que la muerte los separe?
-Sí, acepto.
-Pues entonces, os declaro, ante los ojos de Dios y de todos los fieles que se han convocado aquí en este templo a conmemorar esta bellísima ceremonia...marido y mujer." No faltó el "puede besar a la novia" para que ese par diera un efusibo beso para todos los espectadores que estabamos allí, incluyendome. Pero mi mente no pensó en otra cosa durante la ceremonia, más que viéndome yo parado ahí, y a mi lado Shion, diciendome "Acepto" y besándonos, mientras toda la audiencia aplaudía de pie nuestro magnífico amor. Y es ahí donde mi mente me traiciona, con otro pensamiento, éste ahora desagradable: Nos besabamos y entonces, de entre la multitud sale mi padre. "No, él es un Capuleto!!" Gritaba feróz, Shion y yo desasíamos el beso para ver aterrorizados cómo todos en la capilla sacaban un arma y de un momento a otro..."NOOOO!!!" grito desesperado de mi boca, al caer monótono sobre el marmol, una hermosa rosa blanca, y yo sin siquiera alcansar a verle caer por completo, feróz se acercaba dando agigantados pasos un chico y enterraba en mi vientre un puñal, haciéndome caer al suelo también y poder ver el rostro desde ahí de mi agresor: Saga...

-¿No es hermoso?-dijo muy contenta Naizy, y sólo eso pudo sacarme del caos que se desataba en mi mente. Regresamos todos muy felices a casa, mi padre brindó una y otra vez por los novios, que desde ese momento no se separaron más, ni decían palabra alguna, mas los "Te amo" entre beso y beso. No se dijo más y todos los criados comensaron a correr desde un rincón de la casa a otro, preparando, ordenando, alistando, todos y cada uno de los detalles de la fiesta de matrimonio de mi hermana.

Poco a poco los invitados comensaban a asomarse por la gran puerta, y sonrriéndoles de la mejor manera estaba yo, casi a la entrada, ofresiendo asiento, ofresiendo un trago, ofresiendo una piesa de baile. Y, con sus hermosos revestimientos y delicadas prendas, comensó a dansar por el salón una u otra melodía que caprichosa invadía cada rincón de la casa, la llenaba, y la llenaba de vida, alegría. Con sus manjares presumían orgullosas las mesas, vestidas de blancos manteles que llegaban hasta el piso y terminaban en flecos dorados, vordados de oro. Las interminables murallas estaban cubiertas y embellecidas por innumerables liensos de pintores, los mejores de la época y de todo el reino. Y sobre el podio que se encontraba en lo alto de todo el salón, mi hermana, su novio y mi padre. Me llamaban a subir, era hora de empesar la fiesta.

-Silencio, callaos un momento...-decía yo en voz alta desde el podio, golpeando suavemente una cuchara contra un vaso de cristal.-Es hora de dar inicio a la celebración de bodas de mi queridísima hermana Ampharo y su novio Prometeo, y quiero hacerlo empesando por darle gracias a nuestro señor que ha permitido que dos bellísimas personas se allan topado en esta vida impredecible, y allan deceado permanecer por el resto de su vida juntos. Ésto, hermanos, no es más que noblesa en sus corazones, corazones puros, increíblemente enamorados. Agradesco tambien a cada uno de los que ha asistido a esta celebración, sé que su presencia es valiosa ya sea para el novio o la novia, también lo es para esta familia, los Montesco, que han sido la familia más poderosa y grande en soberanía en todo el reino desde tiempos remotos. Quiero dar la bienvenida a Prometeo, mi cuñado, a esta familia y decearle lo mejor a él y a mi hermana, quiero decirles que desde hoy la familia ha ganado un integrante más y ojalá esta pareja nos otorguen muchos más a futuro...-todos rieron sanamente.-Y es por ese motivo, por esa causa que quiero dedicar el primer brindis de la velada. ¡¡Salud, por los novios!!-"Salud" respondieron a coro mientras alsaban al igual que yo sus copas para luego refrescar sus gargantas del amargo y dulce líquido que estaba contenido en ellas. Todos tambien aplaudieron y yo me retiré. Besé a Ampharo y le dí un fuerte abrazo, que ella respondió de la misma manera, y luego estreché mi mano a Prometeo para darle un abrazo también. Bajé.

Todos bailaban o conversaban, el lugar estaba repleto y era dificil moverse allí. Se escuchaban risas, cantos, todo en alegría. Yo sonrreía a cada persona que dirijía su mirada a mí, y buscaba a alguien con quien bailar. "Como caído del cielo" dirían unos...

Caminaba cuando de pronto un fuerte impacto me hiso caer al suelo. Aturdido traté de ponerme de pie, y cuando logré hacerlo, mis pies casi me traicionaron otra vez, y todo en mí dió un estremesón. Bajé la mirada y se encontraba tendida en el suelo la razón de mi caída, algo aturdida también, era una dama, pero no lo era. No era posible, miré otra vez, traía un abanico que me impedía verle por completo el rostro, pero ya algunas de sus características me decían de quien se trataba. Mis dudas se aclararon cuando se trató de incorporar y pude ver su rostro, escondido celosamente por el avanico, una piel blanca, unos ojos rosados, cabello ondulado largo hasta la cintura. Me miró con una mescla de terror y sorpresa a la vez, lo pude ver en sus ojos. ¡Era Shion!

No pude moverme por algunos segundos, y él permanecía en el suelo todavía. Cuando logré reaccionar, miré a mi alrrededor y todos se habían detenido a mirarme con rencor. Tardé en entender el porqué, y era a causa de que había hecho caer al suelo a una señorita, y ni siquiera le había tendido todavía la mano para levantarla. Me volví a él, estaba sonrrojado, y escondía cada vez más su rostro con el avanico. Por fin le dije.

-Siento mucho lo ocurrido, le ruego me disculpe...-dije muy cortéz, lo que todos esperaban que dijera, tendiendole la mano para levantarlo. Asustado sin decir palara alguna, ascintió con un movimiento de cabeza y dejó que lo incorporara.-Por favor, hermosa doncella, perdóneme. Le invito a esta piesa de baile para compensar lo ocurrido.-Ya todo era más claro para mí, y traté de aprobecharme de la situación. Ante tal propuesta me miró con sorpresa como diciendome: "¿Qué haces?" Pero ante todas esas miradas, no le quedó otra opción mas que ascentir nuevamente con la cabeza.

Le tomé de la cintura, otra mano con la suya, y él con una mano en mi hombro, las melodías sonaban y todos volvieron a lo suyo, con la perspectiva de que yo era un joven muy educado. Mientras dansabamos, me hacerqué a su oído.

-Shion, ¿me puedes explicar qué haces vestido de mujer? No me digas que te gustan esas cosas...-dije con gracia.
-No te burles ya, y es una larga historia que después te platicaré de ella...ahora salgamos de aquí.
-¿Pero por qué tanta prisa? ¿Es que no quieres bailar conmigo?
-Dohko, por favor, siento una verguenza terrible...
-¿Y por qué? Deverías de sentirte orgulloso, eres el chico más hermoso de todas las CHICAS de esta fiesta, jajajá!
-Ésta me la vas a pagar, ¿oíste?...-me miró fijamente con ternura.-Por favor, llebame lejos de aquí, no sabes cómo esta cosa me aprieta, ya veo que se me salen las tripas por la boca.
-¿Te refieres al corcé?
-Al corsé y a todas estas cosas que traigo puestas, por favor...
-Está bien, la piesa ya terminó. Ven, sígueme.-le tomé de la mano, y le conduje por entre toda la gente hasta los baños. Allí, cerré la puerta con llave. Por fin me volví a él y lo besé como lo deceaba desde el minuto en que le ví..-Ahora cuéntame, ¿qué haces aquí y con vestido? ...Que de por cierto, es muy lindo...
-...Primero promete que no te reirás.
-Lo prometo.
-El sol ya se ponía en el orizonte y me alisté para venir a la fiesta. Llebaba mi peluca anaranjada. Salía de casa cuando la voz de mi hermano Mu me detubo. "¿Adonde vas?" Me preguntó preocupado anticipando que iría a la fiesta. "Voy hacia la mansión Montesco." Le respondí sin voltearme.
"-Por favor, no vallas...¡Sabes que tu vida peligro en ese lugar!
-Lo sé bien, pero debes entender que debo ir...necesito verle...
-No seas terco, Shion, escuchame!
-No te escucharé, Mu. Ya entra a la casa, si no quieres que me descubran.
-Shion, por favor...dime, ¿no hay nada que pueda decir que te quite esa arriesgada idea de la cabeza?
-Nada.-iba a continuar, pero me detubo nuevamente.
-Espera...no puedes ir así. La vez pasada casi te descubren, y los Montesco ya deben tener anticipado que algún Capuleto se infiltrará en la fiesta. Ya vieron esa peluca, no puedes ir con ella. Tampoco puedes ir sin ella, sabes bien que somos casi los únicos hombres de todo el reino que tienen el cabello largo, nosotros los hermanos Capuleto. ¡Te descubrirían fácilmente! Y aunque no fuera por el cabello, revisarán a todos los hombres que intenten entrar....-me volteé a él y le miré interrogativamente.-Sólo hay una forma...
-Si lo que quieres es ayudarme, dime esa forma."
-Error fatal-le interrumpí.-Te llebó y te vistió de mujer, ¿no es así?-dije entre risa y risa.
-Prometiste que no te reirías...-dijo enfadado, con una tierna cara de niño que está a punto de llorar, pocas veces he visto en ninguna persona aquella expreción tan infantil y dulce.
-Lo siento...Pero, de todas formas, estás aquí, vestido de mujer...por mí, ¿cierto?-me acerqué.
-Dohko, por tí yo haría hasta lo imposible...esto no es nada si piensas que yo saldría desnudo corriendo por las calles gritando "Amo a Dohko Montesco!!" o que me lansaría a un charco de lodo y allí me revolcaría por sólo ver una sonrrisa en tu rostro. Y no sólo lo pienses, debes estar completamente seguro de que si fuera necesario, así sería.
-Dices tantas cosas sin sentido cuando estas conmigo...
-Es porque me haces perder el juicio...-Se detubo.-Dohko, ¿podrías sacarme esto? Me está lastimando...
-Es un vestido muy hermoso, ¿de quién es?-dije mientras le daba la vuelta para desabrocharle el vestido.
-Es de mi hermana Marín, tiene la misma edad que yo pero es un poco más grande.
-¿Y se puede saber cuál es tu edad? Desde que te conocí, no hago más que suponerlo.
-Tengo 16 años...
-16 años, Shion, 16 años solamente, somos unos niños todavía...
-Para el amor no hay limites de edad, Dohko, y te aseguro que si te hubiese conosido a días de nacer, me hubiese enamorado de la misma forma...¡Aunch!
-Lo siento, lo siento, no quise lastimarte...-sonrrojado y torpe balbuseé por haber bajado el cierre y haber lastimado su piel con él.
-No, no es nada...y gracias, por fin ya no tengo esa cosa tan apretada...
-No entiendo cómo es que las chicas soportan eso todo el día...
-Eso es porque ellas tienen sintura angosta, Dohko...-rió y ambos reimos.-¿Así que tu hermana se ha casado?
-Con Prometeo Gustav...
-Sé su nombre, lo has mencionado en tu discurso.
-¡¿Escuchaste todo mi discurso?!
-Escuché también que dijiste "...los Montesco, que han sido la familia más poderosa y grande en soberanía en todo el reino desde tiempos remotos."
-Yo...yo...
-No te desesperes. Contéstame...¿Serías capás de renunciar a tu apellido, a tu nombre...por mí?
-Yo...yo no lo sé...es muy dificil llegar a tomar una decición como esa y...La verdad, creo que si tú me llamaras por mi nombre, avandonaría todo lo que poseo para ir contigo...
-No sabes lo grato que es escuchar algo tan importante de tus labios. Pero me gustaría que no lo hisieras nunca.-dijo aún de espaldas.-La familia es importante, ahí está tu vida, está todo lo que muchas personas te han otorgado para ser lo que eres y...-se detubo por mi causa. No había soportado ver aquella pálida y hermosa tela de seda, angelical, delicada, infinitamente pura. La besé, y no paré, como si con besos quisiera memorizar cada una de sus facciones, dejarlas y atesorarlas para siempre en mi memoria. Tan cálida era su piel, suave, un dulce manjar, que se estremecía por mis besos y que de momento su dueño extaciado tambien pronunciaba mi nombre. Subí y llegué hasta su cuello, sin apartarme un segundo de aquel electrizante contacto. Me detuve un momento a su oido, su perfume y su aroma ahora me tenían atrapado.-Dohko...son tan cálidos tus besos...los amo, ¡junto contigo!-Se volteó a mi y me encontre tan cerca de su boca, podía sentir irradiar de su cuerpo el calor que antes me había traspasado al besarle, apolló su frente en la mía, me miraba fijamente, tanta sertesa en sus ojos me tenían paralizado y sin darme cuenta, casi instintivamente puse mi mano en su cintura y miré: tenía aún puesta la parte de abajo del vestido. Me estorbaba esa prenda que antes tanta gracia me había causado, y puse mi otra mano en su cintura para arrebatar eso. Pero no pude, un estremesón recorrió mi cuerpo, puso sus manos en mi traje desabotonando lenta y pasientemente cada uno de los broches de mi ropa y lentamente deslizaba mi camisa por mis hombros. Me dejó el corazón desnudo, y se encargó de besarlo. Otro y otro estremesón. Uno más, pero este hiso que ambos nos separaramos asustados, un golpe a la puerta, me miró lleno de terror y no fui capaz de responderle de otra forma.-¡Dohko, ¿qué haremos?!