04 agosto 2009

Romeo y Julieta (DohkoxShion) Capitulo 5 (4/4)

3ª Continuación Capítulo V


Su pregunta me dejó inmovil, al igual que el estrepitoso golpe a la puerta. Dentro de mis pensamientos rebotaba como eco la mismas palabras: <<¿Dohko, qué haremos?>>, <<¡¡Dohko, qué harás, Dohko!!!>>. Y luego me volteé hacia él y encontré la misma mirada interrogante y llena de terror, como la de una liebre que pide ayuda arrancando del lobo.

-Dohko, ¿estás ahí?¿Te encuentras bien?-se pronunció al otro lado de la puerta, en aquellas palabras pude reconocer la voz de mi madre. Ahora con más sertesa y carácter, me dirijí a él.
-Date la vuleta, déjame ponerte el vestido.-dije rápidamente en voz lo suficientemente audible como para que sólo él la escuchase. Ascintió con la cabeza y se volteó.

Tomé el vestido y se lo coloqué como devía ir. Traté de subir el sierre, pero con el nerviosismo, jalé demaciado fuerte, haciendo escapar de su boca un gemido.

-Dohko, ¿que fué eso?¡Abre la puerta!-dijo ahora mi madre al escuchar eso.
-Lo siento, lo siento, soy tan torpe...-me excusé y él sólo sonrrió haciendome un gesto de que no era nada. Luego traté de tranquilizar a mamá-¡No te preocupes, madre, estoy bien, no es nada!
-¡No me vengas con eso, abre la puerta!
-¡No sube, Shion, no sube!-le reclamé desesperado.
-¡Sólo tira con fuerza, no me dolerá!
-¡Mamá, espera un momento!-traté de contenerla para ganar tiempo. Respiré ondo, y de un fuerte tirón jalé el cierre del vestido y logré abrocharlo. Shion se tapó la boca para no gritar ,y trató de disimular, que por cierto lo hace muy mal, que no le dolió en absoluto.
-¡Dohko, no me contradigas, ya abre de una buena vez!
-Sí, madre...-dije por fin, y me hacerqué a abrir la puerta, pero Shion me detubo.
-Tienes mi maquillaje por toda la cara, Dohko...-me miré al espejo y en efecto, por toda mi cara había lapiz labial, producto de los besos que nos dimos. Me limpié rápidamente con una toalla y abrí la puerta.
-Dohko, ¿qué sucede? ¿Por qué tenías cerrado con llave? Sabes que dio que hagas eso y...-se detubo y miró a Shion que se encontraba a mis espaldas.-¡¿Qué hace esta señorita aquí?! ¡¡Dohko, no me digas que cometiste alguna canallada con ella!!-Se hacercó a él, pues parecía una joven elegante y de buen parecer y familia, en ese caso sería yo el villano.
-No, mamá, no es lo que piensas...¿y usted por qué ha venido hasta aquí?
-Fuiste al baño y te habías demorado tanto, me preocupé, pensé que algo malo sucedía y ¡no me cambies el tema, jovensito!-se dirigió a él.-¿No te ha hecho nada?
-Mamá, ¿cómo puedes desconfiar de mí de esa manera?
-¡¡Entonces significa que ambos han venido aquí por voluntad propia, a revolcarse sin estar comprometidos, ni mucho menos casados!!
-Disculpe que la interrumpa...-intervino Shion. Aquella escena fué muy cómica: él tratando de imitar una voz femenina, con aquella voz tan grave y ronca que tiene, el resultado fué completamente desastroso. Lo que lo obligaba a hablar despacio y disimulado. Pero aún así mantuvo la ligeresa en sus palabras que lo hacía personificar muy bien a una chica.-pero se encuentra en un error. Mi nombre es...-me miró fijamente tratando de robar de mí alguna idea.-Milena. Estaba en la fiesta disfrutando junto con los demás, y de pronto me sentí muy mal. Estaba a punto de caer cuando el joven Dohko me ayudó. Le pedí que me trajera al baño pues no tenía las fuerzas necesarias para ir por mí...misma. Me trajo y le pedí compañía, me sentía mareado...mareada-corrijió.- y él tubo la gentilesa de acompañarme. El joven Dohko es un caballero muy educado.
-Ya veo...¿pero por que no me abrías, Dohko?¿No ves que tu madre se asusta?
-Fue por causa mía.-intervino de nuevo.-Mi padre sabía que estaba enferma y no quería dejarme venir, pero yo vine de todos modos. Le pedí discreción al joven, por que si él se entera de ésto, me daría una tunda...
-Ah...Dohko, pero que tierno eres...y yo desconfiando de tí...-se disculpó mi madre.
-Madre, ¿podría llebarla a una habitación para que Milena descanse? Está devil y en cualquier momento le puede venir un desmayo.
-Y hasle algo de compañía para que no esté sola, eso si, no se te ocurra propasarte...
-Madre, por favor..!!
-Bueno, ve a dejarla a tu habitación.-me besó en la frente como siempre hacía y se retiró.
-¿Milena...me acompañarías a mi habitación?
-No. Sabes que es muy peligroso para mí, Dohko. Y sabes muy bien que mi nombre es Sh...-se detubo. Su nombre no podía ser pronunciado en aquel lugar.
-Lo sé. Pero tú no sabes cómo quiero que nuestra primera vez se vuelva a repetir, cuánto...te deceo...
-Amor mío, siento lo mismo por tí, pero...¿tu habitación?
-Nadie nunca entra ahí. Además, pondré llave en la puerta, seremos silenciosos, a pesar de que no se escucha nada por el ruido de la fiesta...
-Tengo un poco de miedo...pero, por otra parte, he venido a esta casa venciendo mis miedos; he venido aquí para verte y sentirte a mi lado...
-Nada sucederá, te lo prometo. Debes confiar en mí, todo saldrá bien.
-No sabes cuanto te amo.-fué su respuesta sonrriendome como siempre lo hacía y como todas las veces se roba cada pedazo de mi corazón.

Le tomé una vez más de la mano y le conduje a mi habitación. Al llegar allá, su comportamiento cambió. Observava todo con sumo cuidado, sin perder ningún detalle del lugar, sus ojos brillaban, había ilución en su alma. Se hacercó a mi mueble de cama y abrió uno de sus cajones. Allí presisamente encontró...

-Esto es...-me miró con alegría y júbilo en sus orbes, una mirada tan inocente, tierna.-...la carta que te escribí...
-Es la misma que leo todos los días al despertar, así pienso en tí durante todo el día...-dije hacercandome romanticamente a él.
-¿De verdad haces eso?¿De verdad me amas tanto?
-Más de lo que algún día podrías imaginar, Shion, y ahora que estamos solos, puedo repetir ese nombre que tanta locura me causa y que hace que mi piel tiemble al ver a su dueño, Shion, Shion, Shion!!!-me hacerqué a su cuello, desde entonces parecía que me tenía embrujado y que ese exquisito aroma que allí reposaba era mi droga.

Debo admitir que nunca en mi vida experimenté sentimientos como aquellos, y que antes me parecían tan lejanos e incomprensibles. Deceaba a un hombre con todo mi corazón, y eso jamás lo podría expresar en palabras a menos de haberme enamorado, y este amor me ha abierto un nuevo mundo, nuevas experiencias, vivencias, una nueva etapa en mi vida, en la que sólo está Shion y sólo él tiene verdadera importancia, nada más la posee, convirtiendose en mi religión, presente, pretérito y futuro. Quería tocarlo, sentirlo, quería amarlo, quería que él también me amara. Llegué a la conclución de que yo ya no era el niño de antes. Ahora sé cosas que antes no comprendía, y más y más misterios se desenvuelven ante mis ojos, puedo ver las cosas más claras y verdaderas que antes, puedo ver cómo siempre fueron, sin ya poseer las vendas que me tenían atado a ese mundo al cual antes yo pertenecía. Ahora él era mi único mundo.

Y mi mundo comensaba a respirar cada vez más agitado al sentir sus caricias, al mismo tiempo que se encargaba de desabotonar una vez más mis ropas hasta dejarme completamente desnudo. Me besó con pación y me miró fijamente. Hiso ademán para que bajara el cierre de su vestido, y se volteó, dejando caer la parte de arriba, mostrando su pálido pecho. Sin alejarme de su cuello, puse mis manos en su cintura para sacar la parte de abajo, pero me detubo. Posó sus manos sobre las mías dejandolas pricioneras, y volteando sólo la cabeza me miró profundamente. Comprendí lo que quería decirme con aquella expreción, esa noche sería distinta a la anterior.

Arranqué la última de sus prendas y se dejó caer a mi lecho entregandose completamente a mí. Me subí ariba de la cama y delicadamente me monté en su cintura, claro sin alejarme un segundo de aquel aroma de su cuello. Desde ahí me susurró.

-Esta noche yo quiero ser tuyo, quiero sentirte dentro de mí, Dohko, te quiero, te amo...!!-decía entre gemidos mientras yo besaba su espalda y comensaba a bajar hasta su cintura.-Hoy seré lo que quieras que sea, seré tu eslavo, haré lo que me ordenes.
-No digas eso, yo jamás sería capaz de ordenarte algo...
-Entonces, seré por tí, un Montesco. Por que es aquí donde estoy, entregado completamente al hijo del patriarca Montesco, el duque Romeo, estube bailando entre los suyos y es en su lecho que ahora estoy tendido desnudo. Hoy seré Shion Montesco...-sus palabras llegaron en lo profundo de mi corazón y casi no tube palabras para dar a entender lo que sentía por ello.
-Agradesco tanto lo que haces por mí, Shion, te amo tanto...-susurré preparandome, me acomodé sobre él y lentamente comensé a introducirme en su corazón, en lo más profundo de su alma. El sabor de su canto me hacía later el corazón tan fuerte, ya no tienía sentido del tiempo o del espacio, sólo estabamos él y yo.
-Dohko...!!-fué lo que pronunció al sentir por primera vez mi cercanía envuelta en la dulsura de un beso.

Ya era mas tarde. Shion reposaba sobre mi pecho como un niño y como, me doy cuenta, le encantaba estar. Descansaba y recuperaba el aliento perdido hace momentos atrás, cubiertos ambos por las cobijas del lecho. Su dulsura era inagotable, su aroma un delicioso manjar, y los susurros del viento de esa hermosa velada cantaban una antígona a nuestro increíble amor. Lo miré, lo admiré por varios segundos, tratando de entender cómo es que su flor es infinita, hermosa, y que a pesar de haber ocurrido aquello ya dos veces, para mí era el ser más virginal de la tierra y de los cielos mismos.

-¿Estas cansado?-le pregunté acariciandole el cabello.
-Un poco...sólo quería estar un momento a tu lado.¿Te es molestia, amor mío?
-Me es un placer, siempre que estas conmigo es un placer.
-Eres tan hermoso, Dohko, eres como la bella tórtola que vuela por los cielos, dejando caer relucientes suspiros con su vuelo que son como estrellas brillantes que flotan ligeramente en el aire adornando el paisaje natural, como un rocío volatilizado; y su plumaje fino y suave, delicadamente construido para obtener así la perfeccion. Millones han tratado de cazarle, matarle, pero nunca podrán arrebatarle lo que posee, esa extraordinaria luminosidad, imagen perfecta de los cielos que se han quedado imprecnados con su vuelo.
-Dices cosas muy bellas...me has dejado pasmado.
-Es sólo que te amo. Te extraño tanto cuando estas lejos...-dijo en un suspiro mientras se acurrucaba más en mi pecho.
-Shion, no...siento tener que decir esto, pero debo irme...
-¿Qué?¿Por qué?
-Esta ocación es muy distinta a la anterior. Esta noche soy yo quien precide la ceremonia, yo estoy al cargo de todos los sirvientes y criados, y no puedo ausentarme tanto tiempo.
-¿Que no está tu padre para esas cosas?
-No por siempre. Él quiere que los criados y sirvientes se acostumbren a su nuevo lider...
-Y ese eres tú, ¿me equiboco?-dijo entristesido.
-Así es. Pero puedes quedarte aquí si lo deceas...
-¡¿Solo?!
-La puerta quedará con llave dada la ocacion de que alguien llegara, tendrá que tocar, además mamá ya sabe que tú, Milena, estas en mi habitación descansando.-me puse de pié y comensé a vestirme.
-¡¿Pero, Dohko, olvidas que soy un Capuleto?!
-Shion, prometí que todo saldría bien, y nada ha pasado, no tengas miedo, amor...Y si alguien viene, te vistes y le abres, o te haces el dormido.
-Dohko...-ya listo me hacerqué para despedirme.
-Tranquilo, volveré en un momento. Iré sólo para que me vean en la fiesta y no se sospeche nada. Te amo.-dije besándole efusivamente, él respondió con poco interés y susurró.
-Yo también te amo...-me dirigí a la puerta y desde ahí lo vi envuelto entre las sábanas con la mirada cabisbaja y escondiendo en ellas su desnudes. Cerré la puerta, me quedé ahí unos segundos. ¡Cómo deceaba quedarme ahí! Con él, toda la noche y todas las noches de mi vida. Salí tan rápido, y de no ser de esa manera, no hubiese aguantado. Pero una extraña sensación rondaba mis pensamientos, y tomé la decición de que era mejor ir a la fiesta, por una u otra razón, pero devía ir.

Bajé las escaleras, lentamente llegué hasta el salón donde todos bailaban alegres y reían felices. Caminé por entre la gente, y desde ahí divisé a Naizy sentada en una mesa, con la cabeza agachada y sin movimiento. Una molestia se me vino al estómago, luché para salir de entre ese monton de personas y me hacerqué hasta su mesa. Llegué junto a ella, no pareció notarlo, seguía igual que como la había visto.

-Naizy...-quise llamar su atención, pero no le podía ver a la cara, tenía la mirada en el suelo. Insistí ésta vez más fuerte, pensé que tal vez no me escuchó con el bullicio, pero no respondió. Ya muy preocupado por la situación, puse mi mano sobre su hombro.-¿Naizy, qué sucede?-le tomé de la barbilla para levantarle el rostro, y me encontré de sorpresa un increíble choque entre mi mirada interrogante y sus ojos cubiertos de lágrimas que miraban fijamente hacia la nada, su rostro lleno de angustia.-¡¿Naizy, qué pasó?! ¡Dime algo!-fijó violéntamente sus ojos en los míos y sonrrió frívolamente.
-Lo ví...-dijo y volvió a bajar su rostro. La detube e insistí nuevamente.
-¿A quién has visto?
-¡¡Tú lo sabes...tú sabes a quien yo ví!! ¿Tú también lo viste?-dijo ahora con algo de esperanza.
-No me asustes de esa forma, por favor, ¡dime que viste, a quién!
-¡¡Tú lo sabes!!-gritó estrepitosamente, todos se detubieron a identificar de quién provenía, y asombrados se enteraron que era de la dulce doncella Montesco. Se puso de pie, cuerpo a cuerpo conmigo. La música se detuvo y todos estaban atentos a la discución.-¡¿Por qué demonios preguntas?! ¡¿Quieres hacerles creer a todos ellos que estoy loca?! ¡¿Es eso, no?!
-Cálmate, por favor...-le dije preocupado pero continuó gritando.
-¡¿Cómo quieres que me calme?! ¡¡¡Yo lo ví!!! ¡¡¡Yo lo ví!!!-tomó los manteles de las mesas y tiró de ellos, botando todo, vasos, platos, comida, al suelo, formando gran bullicio.
-¡Dohko!-Escuché de lejos, era mi padre que se hacercaba preocupado a informarse de lo que sucedía.
-Papá...-dije en un suspiro de alivio.
-¡¿Qué le pasa a tu hermana?!-preguntó exaltado. Ella se entrometió entre nosotros y le contestó.
-¡¿Quires saber lo que me pasa?! ¡¡Lo que pasa es que lo ví!! ¡¡Yo lo ví!! ¡¡Yo lo ví!!
-¿A quién viste, hija?-dijo papá tratando de calmarla.
-Contéstale, Dohko-exigió ella.-¡¡Dile a quién ví!! ¡¡Porque tú lo sabes!!-papá me miró preguntandome con los ojos, yo bajé la mirada, callé unos segundos y luego le contesté.
-Ella...ella vió a Francisco, papá...
-No puede ser...
-¡¿Y por qué no?! ¡¡Si yo lo ví, le vi el rostro, le vi sus ojos, lo ví como lo podía ver hace dos años, cuando estaba...vivo...-comensó a llorar amargamente, dejando su cuerpo caer en el piso.
-¡Dohko, hijo mío, tu hermana a enloquesido!-me dijo papá.-Llebadla a su alcoba, allí estará segura, hasta que se calme.-sólo ascentí con la cabeza y tomé a Naizy de la cintura para levantarla, pero estando de pie comensó a gritar nuevamente.
-¡¡No, déjame, déjame!! ¡¡¡¡Dohko!!!! ¡¡Yo lo ví, es verdad!!-quise guiarla de la mano hasta su alcoba, pero se reusó con fuerza de hierro. Papá me miró con desición, y entendí su mensaje. La tomé de la cintura y a la fuerza la arrastré por las escaleras, y desde ahí divisé a la señorita que momentos antes estaba conmigo en mi alcoba: Shion se alejaba de la fiesta con el vestido de su hermana, muy apresurado, corriendo entre todos hacia la salida. Sentí fuertes ganas de seguirlo, e inconsientemente de mis labios se susurró su nombre, pero ahora la situación en la que estaba era mucho más grave. Naizy gritaba y lloraba, golpeandome para que la soltara, y mientras todos miraban aterrados aquel espectáculo: ¿y cómo era posible que Naizy, tan tranquila, tímida, sencilla y alegre doncella podía llegar a actuar de esa manera? Locura, era la respuesta más acertada de todos.

Llegamos hasta su habitación, la lancé sobre su cama y rápidamente cerré con llave la puerta.

-¿Por qué me haces esto?-me preguntó entre llantos.-Me encierras en mi propia habitación, me trajiste a la fuerza, me hisiste daño en el forcejeo...¡¡Eres mi hermano!!
-Naizy, cálmate, por lo que más quieras. Yo te amo, hermana, eso no lo dudes un momento, pero así como estas ahora sólo puedo actuar de esa forma para protegerte.
-Protegerme...-repitió con una burla.-Tu no me crees, nadie me cree, ¡¿por qué nadie me cree?! ¡¿Por qué no es posible que él regrese?!-lloraba.
-Naizy...sabes que él está...
-¿Muerto? ¿Y qué pasa si él volvió? ¿Si en realidad nunca murió?
-¡¡Naizy, él está muerto!!-le grité, tontamente, y sus ojos se llenaron de lagrimas.-No quise decir eso...pero tienes que haceptar que ya no está entre nosotros. Ahora, él está en compañía de nuestro señor, mirándote, quizás, cuidandote.-me senté junto a ella.
-Pero...yo le ví...-la estreché en un fuerte abrazo, y lloró en mi regazo por varias horas, desahogando su pena. Me sentí derrotado ante aquel llanto, ante aquella escena, mi querida hermana sufría, y yo estaba helado frente a todo eso. ¿Y qué más podía hacer? No tenía palabras, no respiraba, todo estaba en una quietud desgarradora.

Se quedó dormida luego de varias horas, le tomé, le desvestí y le recosté en su cama, muy delicadamente. Me quedé en su habitación amparando su sueño, junto a su cama. Las fuerzas me avandonaban a cada momento, y mis ojos se cerraban lentamente, en el suelo me quedé, como si fuese un cómodo colchón de plumas, completamente falso.

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