02 agosto 2009

Romeo y Julieta (DohkoxShion) Capitulo 5 (3/4)

2ª Continuación Capítulo V


..."Usted, joven Prometeo Gustav Malmsteen Sidane, ¿acepta a Ampharo Juliet Pirlo Montesc como su lejítima esposa, para cuidarla, respetarla, amarla, en la salud y en la enfermedad, en la riquesa y en la pobresa, en la felicidad y en el caos, hasta que la muerte los separe?
-Sí padre.
-Y usted, señorita Ampharo Juliet Pirlo Montesc, ¿acepta a Prometeo Gustav Malmsteen Sidane como su lejítimo esposo, para cuidale, respetarle, amarle, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en la felicidad y el caos, hasta que la muerte los separe?
-Sí, acepto.
-Pues entonces, os declaro, ante los ojos de Dios y de todos los fieles que se han convocado aquí en este templo a conmemorar esta bellísima ceremonia...marido y mujer." No faltó el "puede besar a la novia" para que ese par diera un efusibo beso para todos los espectadores que estabamos allí, incluyendome. Pero mi mente no pensó en otra cosa durante la ceremonia, más que viéndome yo parado ahí, y a mi lado Shion, diciendome "Acepto" y besándonos, mientras toda la audiencia aplaudía de pie nuestro magnífico amor. Y es ahí donde mi mente me traiciona, con otro pensamiento, éste ahora desagradable: Nos besabamos y entonces, de entre la multitud sale mi padre. "No, él es un Capuleto!!" Gritaba feróz, Shion y yo desasíamos el beso para ver aterrorizados cómo todos en la capilla sacaban un arma y de un momento a otro..."NOOOO!!!" grito desesperado de mi boca, al caer monótono sobre el marmol, una hermosa rosa blanca, y yo sin siquiera alcansar a verle caer por completo, feróz se acercaba dando agigantados pasos un chico y enterraba en mi vientre un puñal, haciéndome caer al suelo también y poder ver el rostro desde ahí de mi agresor: Saga...

-¿No es hermoso?-dijo muy contenta Naizy, y sólo eso pudo sacarme del caos que se desataba en mi mente. Regresamos todos muy felices a casa, mi padre brindó una y otra vez por los novios, que desde ese momento no se separaron más, ni decían palabra alguna, mas los "Te amo" entre beso y beso. No se dijo más y todos los criados comensaron a correr desde un rincón de la casa a otro, preparando, ordenando, alistando, todos y cada uno de los detalles de la fiesta de matrimonio de mi hermana.

Poco a poco los invitados comensaban a asomarse por la gran puerta, y sonrriéndoles de la mejor manera estaba yo, casi a la entrada, ofresiendo asiento, ofresiendo un trago, ofresiendo una piesa de baile. Y, con sus hermosos revestimientos y delicadas prendas, comensó a dansar por el salón una u otra melodía que caprichosa invadía cada rincón de la casa, la llenaba, y la llenaba de vida, alegría. Con sus manjares presumían orgullosas las mesas, vestidas de blancos manteles que llegaban hasta el piso y terminaban en flecos dorados, vordados de oro. Las interminables murallas estaban cubiertas y embellecidas por innumerables liensos de pintores, los mejores de la época y de todo el reino. Y sobre el podio que se encontraba en lo alto de todo el salón, mi hermana, su novio y mi padre. Me llamaban a subir, era hora de empesar la fiesta.

-Silencio, callaos un momento...-decía yo en voz alta desde el podio, golpeando suavemente una cuchara contra un vaso de cristal.-Es hora de dar inicio a la celebración de bodas de mi queridísima hermana Ampharo y su novio Prometeo, y quiero hacerlo empesando por darle gracias a nuestro señor que ha permitido que dos bellísimas personas se allan topado en esta vida impredecible, y allan deceado permanecer por el resto de su vida juntos. Ésto, hermanos, no es más que noblesa en sus corazones, corazones puros, increíblemente enamorados. Agradesco tambien a cada uno de los que ha asistido a esta celebración, sé que su presencia es valiosa ya sea para el novio o la novia, también lo es para esta familia, los Montesco, que han sido la familia más poderosa y grande en soberanía en todo el reino desde tiempos remotos. Quiero dar la bienvenida a Prometeo, mi cuñado, a esta familia y decearle lo mejor a él y a mi hermana, quiero decirles que desde hoy la familia ha ganado un integrante más y ojalá esta pareja nos otorguen muchos más a futuro...-todos rieron sanamente.-Y es por ese motivo, por esa causa que quiero dedicar el primer brindis de la velada. ¡¡Salud, por los novios!!-"Salud" respondieron a coro mientras alsaban al igual que yo sus copas para luego refrescar sus gargantas del amargo y dulce líquido que estaba contenido en ellas. Todos tambien aplaudieron y yo me retiré. Besé a Ampharo y le dí un fuerte abrazo, que ella respondió de la misma manera, y luego estreché mi mano a Prometeo para darle un abrazo también. Bajé.

Todos bailaban o conversaban, el lugar estaba repleto y era dificil moverse allí. Se escuchaban risas, cantos, todo en alegría. Yo sonrreía a cada persona que dirijía su mirada a mí, y buscaba a alguien con quien bailar. "Como caído del cielo" dirían unos...

Caminaba cuando de pronto un fuerte impacto me hiso caer al suelo. Aturdido traté de ponerme de pie, y cuando logré hacerlo, mis pies casi me traicionaron otra vez, y todo en mí dió un estremesón. Bajé la mirada y se encontraba tendida en el suelo la razón de mi caída, algo aturdida también, era una dama, pero no lo era. No era posible, miré otra vez, traía un abanico que me impedía verle por completo el rostro, pero ya algunas de sus características me decían de quien se trataba. Mis dudas se aclararon cuando se trató de incorporar y pude ver su rostro, escondido celosamente por el avanico, una piel blanca, unos ojos rosados, cabello ondulado largo hasta la cintura. Me miró con una mescla de terror y sorpresa a la vez, lo pude ver en sus ojos. ¡Era Shion!

No pude moverme por algunos segundos, y él permanecía en el suelo todavía. Cuando logré reaccionar, miré a mi alrrededor y todos se habían detenido a mirarme con rencor. Tardé en entender el porqué, y era a causa de que había hecho caer al suelo a una señorita, y ni siquiera le había tendido todavía la mano para levantarla. Me volví a él, estaba sonrrojado, y escondía cada vez más su rostro con el avanico. Por fin le dije.

-Siento mucho lo ocurrido, le ruego me disculpe...-dije muy cortéz, lo que todos esperaban que dijera, tendiendole la mano para levantarlo. Asustado sin decir palara alguna, ascintió con un movimiento de cabeza y dejó que lo incorporara.-Por favor, hermosa doncella, perdóneme. Le invito a esta piesa de baile para compensar lo ocurrido.-Ya todo era más claro para mí, y traté de aprobecharme de la situación. Ante tal propuesta me miró con sorpresa como diciendome: "¿Qué haces?" Pero ante todas esas miradas, no le quedó otra opción mas que ascentir nuevamente con la cabeza.

Le tomé de la cintura, otra mano con la suya, y él con una mano en mi hombro, las melodías sonaban y todos volvieron a lo suyo, con la perspectiva de que yo era un joven muy educado. Mientras dansabamos, me hacerqué a su oído.

-Shion, ¿me puedes explicar qué haces vestido de mujer? No me digas que te gustan esas cosas...-dije con gracia.
-No te burles ya, y es una larga historia que después te platicaré de ella...ahora salgamos de aquí.
-¿Pero por qué tanta prisa? ¿Es que no quieres bailar conmigo?
-Dohko, por favor, siento una verguenza terrible...
-¿Y por qué? Deverías de sentirte orgulloso, eres el chico más hermoso de todas las CHICAS de esta fiesta, jajajá!
-Ésta me la vas a pagar, ¿oíste?...-me miró fijamente con ternura.-Por favor, llebame lejos de aquí, no sabes cómo esta cosa me aprieta, ya veo que se me salen las tripas por la boca.
-¿Te refieres al corcé?
-Al corsé y a todas estas cosas que traigo puestas, por favor...
-Está bien, la piesa ya terminó. Ven, sígueme.-le tomé de la mano, y le conduje por entre toda la gente hasta los baños. Allí, cerré la puerta con llave. Por fin me volví a él y lo besé como lo deceaba desde el minuto en que le ví..-Ahora cuéntame, ¿qué haces aquí y con vestido? ...Que de por cierto, es muy lindo...
-...Primero promete que no te reirás.
-Lo prometo.
-El sol ya se ponía en el orizonte y me alisté para venir a la fiesta. Llebaba mi peluca anaranjada. Salía de casa cuando la voz de mi hermano Mu me detubo. "¿Adonde vas?" Me preguntó preocupado anticipando que iría a la fiesta. "Voy hacia la mansión Montesco." Le respondí sin voltearme.
"-Por favor, no vallas...¡Sabes que tu vida peligro en ese lugar!
-Lo sé bien, pero debes entender que debo ir...necesito verle...
-No seas terco, Shion, escuchame!
-No te escucharé, Mu. Ya entra a la casa, si no quieres que me descubran.
-Shion, por favor...dime, ¿no hay nada que pueda decir que te quite esa arriesgada idea de la cabeza?
-Nada.-iba a continuar, pero me detubo nuevamente.
-Espera...no puedes ir así. La vez pasada casi te descubren, y los Montesco ya deben tener anticipado que algún Capuleto se infiltrará en la fiesta. Ya vieron esa peluca, no puedes ir con ella. Tampoco puedes ir sin ella, sabes bien que somos casi los únicos hombres de todo el reino que tienen el cabello largo, nosotros los hermanos Capuleto. ¡Te descubrirían fácilmente! Y aunque no fuera por el cabello, revisarán a todos los hombres que intenten entrar....-me volteé a él y le miré interrogativamente.-Sólo hay una forma...
-Si lo que quieres es ayudarme, dime esa forma."
-Error fatal-le interrumpí.-Te llebó y te vistió de mujer, ¿no es así?-dije entre risa y risa.
-Prometiste que no te reirías...-dijo enfadado, con una tierna cara de niño que está a punto de llorar, pocas veces he visto en ninguna persona aquella expreción tan infantil y dulce.
-Lo siento...Pero, de todas formas, estás aquí, vestido de mujer...por mí, ¿cierto?-me acerqué.
-Dohko, por tí yo haría hasta lo imposible...esto no es nada si piensas que yo saldría desnudo corriendo por las calles gritando "Amo a Dohko Montesco!!" o que me lansaría a un charco de lodo y allí me revolcaría por sólo ver una sonrrisa en tu rostro. Y no sólo lo pienses, debes estar completamente seguro de que si fuera necesario, así sería.
-Dices tantas cosas sin sentido cuando estas conmigo...
-Es porque me haces perder el juicio...-Se detubo.-Dohko, ¿podrías sacarme esto? Me está lastimando...
-Es un vestido muy hermoso, ¿de quién es?-dije mientras le daba la vuelta para desabrocharle el vestido.
-Es de mi hermana Marín, tiene la misma edad que yo pero es un poco más grande.
-¿Y se puede saber cuál es tu edad? Desde que te conocí, no hago más que suponerlo.
-Tengo 16 años...
-16 años, Shion, 16 años solamente, somos unos niños todavía...
-Para el amor no hay limites de edad, Dohko, y te aseguro que si te hubiese conosido a días de nacer, me hubiese enamorado de la misma forma...¡Aunch!
-Lo siento, lo siento, no quise lastimarte...-sonrrojado y torpe balbuseé por haber bajado el cierre y haber lastimado su piel con él.
-No, no es nada...y gracias, por fin ya no tengo esa cosa tan apretada...
-No entiendo cómo es que las chicas soportan eso todo el día...
-Eso es porque ellas tienen sintura angosta, Dohko...-rió y ambos reimos.-¿Así que tu hermana se ha casado?
-Con Prometeo Gustav...
-Sé su nombre, lo has mencionado en tu discurso.
-¡¿Escuchaste todo mi discurso?!
-Escuché también que dijiste "...los Montesco, que han sido la familia más poderosa y grande en soberanía en todo el reino desde tiempos remotos."
-Yo...yo...
-No te desesperes. Contéstame...¿Serías capás de renunciar a tu apellido, a tu nombre...por mí?
-Yo...yo no lo sé...es muy dificil llegar a tomar una decición como esa y...La verdad, creo que si tú me llamaras por mi nombre, avandonaría todo lo que poseo para ir contigo...
-No sabes lo grato que es escuchar algo tan importante de tus labios. Pero me gustaría que no lo hisieras nunca.-dijo aún de espaldas.-La familia es importante, ahí está tu vida, está todo lo que muchas personas te han otorgado para ser lo que eres y...-se detubo por mi causa. No había soportado ver aquella pálida y hermosa tela de seda, angelical, delicada, infinitamente pura. La besé, y no paré, como si con besos quisiera memorizar cada una de sus facciones, dejarlas y atesorarlas para siempre en mi memoria. Tan cálida era su piel, suave, un dulce manjar, que se estremecía por mis besos y que de momento su dueño extaciado tambien pronunciaba mi nombre. Subí y llegué hasta su cuello, sin apartarme un segundo de aquel electrizante contacto. Me detuve un momento a su oido, su perfume y su aroma ahora me tenían atrapado.-Dohko...son tan cálidos tus besos...los amo, ¡junto contigo!-Se volteó a mi y me encontre tan cerca de su boca, podía sentir irradiar de su cuerpo el calor que antes me había traspasado al besarle, apolló su frente en la mía, me miraba fijamente, tanta sertesa en sus ojos me tenían paralizado y sin darme cuenta, casi instintivamente puse mi mano en su cintura y miré: tenía aún puesta la parte de abajo del vestido. Me estorbaba esa prenda que antes tanta gracia me había causado, y puse mi otra mano en su cintura para arrebatar eso. Pero no pude, un estremesón recorrió mi cuerpo, puso sus manos en mi traje desabotonando lenta y pasientemente cada uno de los broches de mi ropa y lentamente deslizaba mi camisa por mis hombros. Me dejó el corazón desnudo, y se encargó de besarlo. Otro y otro estremesón. Uno más, pero este hiso que ambos nos separaramos asustados, un golpe a la puerta, me miró lleno de terror y no fui capaz de responderle de otra forma.-¡Dohko, ¿qué haremos?!

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