17 noviembre 2009

Alphonse Heiderich Tributo

Aqui dejo mi mensajito que escribi y crei que se habia borrado, xD pero estaba ahí, gracias blogspot!! *w*


Aquí buscando un video para picarle a la fran con el bichito de la curiosidad para que viera la pelicula de FullMetal Alchemist, encontré esta obra maestra *w* claro, sí, despues de toparme con bastantes creaciones de quinta xD (no soy quien para jusgar tampoco... _ _"). Pero bueh, el punto es que este video me llegó demaciado. Está elaboradísimo, la música, las imágenes de acuerdo a los ritmos y cambios del sonido, los videos de la pelicula, y una que otra imagen yaoisita metida entremedio, un toque final xD. Si bien, segun el creador o creadora, creo que la idea principal era mostrar a los dos AlphonseS (me hace recordar "Las quiero, imotoS-chanS!!" ._.), según yo terminó ciendo más un Alphonse Heiderich mas que nada, pero aún así lo amé. Y contando mas ensima que ahora me ha dado de ver Al x Al *w* ah. No los lleno más de palabrerías, aquí está el video, vean y disfruten! *Se sienta con sus palomitas*


13 noviembre 2009

The World By Stel Rose

Un cover del grupo Nightmare, tema de cierre de la primera temporada de Death Note, interpretado por mí. ^-^ Yuju!!! Ojalá lo disfruten xD Lo hise con mucho cariño.


Canciones Destacadas

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CANCIONES DESTACADAS



Canciones Destacadas : las mejores creaciones de los mejores grupos existentes.

Bratya (Brothers)~OST FullMetal Alchemist

Black Diamond ~Stratovarius

Caballo de Troya ~Tierra Santa 


Covers :
Interpretaciones hechas por Stel Rose.

The World ~Nightmare


Creaciones:
Originales de Stel ^-^

10 noviembre 2009

Prohibición ~Primera Parte~

Fanfics - Edward x Alphonse - Sus Fanfics

PROHIBICIÓN

~Primera Parte~



El letargo del largo sueño al cual había sucumbido aún permanecía imponente en sus ojos, los que peresosamente se abrían con lentitud dando paso a la ojidorada y melancólica mirada del rubio. Un pequeño rayo de luz, que se colaba por entre la puerta que daba paso al sótano, caía pesadamente sobre su cabeza, y a pesar de lo dévil que era, contrastaba de sobremanera con la oscuridad de aquella habitación.

Por fin y sin ganas logró incorporarse en la cama con la intención de comenzar un nuevo día: o por lo menos con la idea. Trató de despejar su mente de las imágenes difusas que se filtraban, pero por el contrario estas se hacían cada vez mas nítidas e inicuas.

"¡No, no!"-pensó para sí, deceando que aquellos pensamientos desaparecieran y pudiese tener así un momento de paz y poder disfrutar con su hermano el gran triunfo que había logrado alcanzar: hace apenas 4 días atrás, había podido devolverle a Alphonse el cuerpo con el que había nacido y vivido hasta la corta edad de 10 años, y que producto de la transmutación de su madre, había perdido.

Sin embargo, aquel suceso de magna alegría no hacía menos para el alquimista que traerle problemas y desasociego, todo devido a esa "ocurrencia" sucia que había llegado a caer en su cabeza desde el mismo momento en que apreció a su hermano en todo su esplendor. Desconocía aquel encanto natural que vestía el rostro de su hermano, si acaso aquella mirada tan dulce y profunda había siempre cubierto sus pardas pupilas, ¿acaso su hermano abría de ser así a esa edad, y así habría crecido si hubiese tenido su cuerpo? De alguna forma, atesoraba en lo más recóndito de sus recuerdos los momentos de niñes que había pasado junto a su hermano, cuando reía y jugaba sin preocupación alguna; sin ambargo no recuerda que el cuerpo de Al, su pequeño hermano, haya sido siempre así de probocativo y sensual, lanzando una coqueta pero hermosa mirada cada vez que levantava la vista.

Así es como, aterrado de que esos oscuros pensamientos escaparan del mundo de los sueños hacia la realidad, se confinó a la soledad del oscuro sótano del hospedaje donde se estaban quedando él y Alphonse. Cada minuto que transcurría en el frío cuarto, repetía para sí que aquello no era más que un capricho irrelevante, un producto más de esa imaginación ilusa del que siempre fué poseedor, que aquello estaba prohibido y jamás llegaría a concretarse . "Pasará" era su esperanza.

Mas los que habían pasado eran las horas, los días, y la preocupación asomaba irremediablemente el rostro de Alphonse que le visitaba cada vez mas frecuentemente buscando encontrar el motivo que albergaba su hermano para sentirse desdichado de esa manera. El rubio no hacía más que hacer una mueca de sonrrisa y asegurar que todo estaba bien, que sólo estaba cansado, que no quería molestar, que necesitaba pensar... Hartado de las mentiras de Edward, el menor entró en su cuarto pero esta vez no para rogar ni pedir nada. Simplemente lo obtendría, a su modo, pero lo obtendría.

-Nii-san, ¿aún sigues aquí?-dijo abriendo la pesada puerta de helecho que rechinaba al entrar en movimiento. Su hermano levantó la vista y sonrrió dificultosamente.
-Me siento un poco cansado...-se excusó.
-¿Y por cuanto tiempo más te quedarás?
-¿Eh? ¿Por qué dices eso?
-¿Cómo que por qué? Me preocupo: pasas día y noche aquí... desde que recuperé mi cuerpo ya no eres el mismo... si te molesta algo, soy tu hermano, puedes decírmelo, ten confiansa en mí...
-No es nada.-interrumpió.
-... ¿Es otra cosa?
-Ya te dije, no pasa nada. ¿Que hay de malo con querer un poco de soledad?
-Entonces estás enfermo...
-¡No! Estoy bien, no te preocu... -sus palabras se cortaron inevitablemente al sentir el dorso de la mano de su hermano acariciar su mejilla y sus cabellos mientras le observava con fijeza. Apartó su mirada y la mano de Alphonse de forma brusca y se paresuró a decir- Si tanto te molesta... espérame a almorzar arriba. Iré enseguida.

Con una sonrrisa y un abrazo silencioso, el menor se retiraba triunfante de su misión. Aún así, seguía guardando un tinte de tristesa en sus ojos al pensar en que Edward no quería contarle lo que sucedía, o peor, que aquello era su culpa. Fuese cual fuese la verdad, no podía actuar de otra forma más que reaccionar tolerante y comprensivamente como siempre lo había hecho con su querido hermano.

Muy distinto a como se encontraba en el sótano, perfumado y aseado, el rubio subió al comedor del hospedaje, un salón bastante lujoso y digno de los altos mandos de la milicia. Buscó con la mirada la mesa indicada y dió a ver las señas que Alphonse le hacía desde allí.

-Toma asiento.-le sonrrió el pequeño-Pedí de postre manzanas azadas, es lo que nuestra madre siempre hacía, ¿no?
-Aún no lo recuerdas...-adivinó el mayor.
-No... pero le pregunté a tía Pinako. Lo siento, nii-san. Pero estoy seguro de que mis recuerdos pronto llegarán.
-Aru... ¿no recuerdas lo felices que éramos?
-Qué pregunta es ésa... yo... no, pero contigo deví haver sido muy felíz. Aún así, aunque suene horrible decirlo, no me importa. ¿Y sabes porqué, nii-san? Porque no importa todo lo que hayamos perdido antes, ahora tenemos la oportunidad de recuperar esa felicidad que alguna vez tubimos. ¿Por qué no haces un intento de disfrutar esto?
-¡Aru! Claro que lo disfruto, no sabes lo felíz que me siento de que por fín tengas el cuerpo que te pertenece. Es sólo que... devo estar un poco nostálgico, eso creo. Quisás sea el impacto de volverte a ver así de nuevo, de carne y hueso, de un día para otro.
-Quisás sea verdad... lo único que recuerdo de mi pasado son los años que pasé con mi alma atada a una armadura. Esto es muy raro para mí... nunca pensé que para tí también-sonrrió.
-Y ya lo vez.
-Sí... ¡ah, quema!-gritó un poco asustado al sentir el ardor de la cucharada de consomé que acababa de hecharse a la boca.
-Hey, no está tan caliente... -Ed probó la comida.-Deves estar muy sensible...

Imposible, aquellas palabras le traían pensamientos obsenos a su mente. Se detuvo un momento, tratando de acallar esos gritos que resonaban en su interior, trató de dispersar su mente en pensamientos mas mundanos, irrelevantes, que ocuparan espacio en su memoria para no dar lugar a su imaginación recreativa. ¿Está delicioso el almuerzo, no? No, no, ¡no funcionaba! Comió apresuradamente, se retiró de la mesa, salió. Aquello se estaba saliendo de control.

Deambulaba a paso meditabundo y sin dirección por las calles de central, sorteando un sin fin de callejuelas y tiendas, viendo aquí, viendo allá, nada especial. Sin duda una excusa para detenerse a pensar en la decición que devía tomar para acabar de raíz con el problema que le aquejaba. Ya exausto de reuhír de su propia mente ese tema tan delicado, se sentó en una banca del parque.

¿Cómo no me di cuenta antes? Esto que siento ahora es como la misma sensación que llevé dentro cada uno de mis días junto a Aru, sólo que ahora... están cargadas de lujuria y líbido. ¿Pero es normal, no? Un adolescente de mi edad pasa por este tipo de cosas todo el tiempo, la imaginación humana no tiene límites. No son más que reacciones metabólicas de mi cuerpo. Es normal querer la caricia de alguien, un beso, un contacto. ¡Es mi hermano! ¡¿Qué haría si se entera de esto?! ¡¿Cómo podría explicarle?! ¡Definitivamente le he fallado! No merece esta bestia que tiene por hermano... tampoco merece mi indiferencia... después de todo, me quiere, como se deviera querer a un hermano, pero me quiere. Tengo que seguir fingiendo hasta que esto acabe.

De alguna forma tiene que acabar, ¡pero los días pasan y pasan y....! Cada vez llebo esto más arraigado a mí. ¿Y si... esto nunca se fuese? No, no es posible, de ninguna forma... es sólo parte del metabolismo de un adolescente, sólo el deceo de una caricia, un beso, un contacto. ¡Es éso, nada más!

Sus manos apolladas temblorosas sobre la madera de la banca le ayudaron a levantarse pues sus piernas de igual forma temblaban y le dificultaban el incorporarse. Se colocó su chaqueta, se dispuso a caminar con, por fin, una idea clara en su mente. Sus pasos se convirtieron tan violéntamente en apresurados, que sólo tomó cuenta de que había llegado cuando se encontró con la puerta enfrente de su naríz. Sí, era la casa de la familia Huges, presisamente el lugar donde hace algunas horas, comenzaba a recidir temporalmente su amiga de infancia, Windy.

Al llamado de la puerta acudió enérgicamente la rubia. Al verlo ahí, clavado en el marco de la entrada, se le lanzó en un profundo y cariñoso abrazo. No cesaba de pronunciar palabras tales como "¡Estaba tan preocupada por tí!" , "Alphonse por fin recuperó su cuerpo" , "¡Es una felicidad ésto!" , "Los extrañé" , pero que caían sin peso alguno sobre los oídos del alquimista de acero, como resopladas sin suficiente fuerza para que penetrasen en él. Luego de separarse del abrazo, la rubia cambió su actitud alégre, y era sin más por la condición en que había llegado Edward al lugar, y que apenas ahora, que lo miraba más detalladamente, lo venía a notar. Su rostro estaba pálido como el de un fantasma, sus ojos rojos por la falta de sueño y marcados por una onda y oscura ojera que entristecía sus mejillas, sus manos seguían temblando y la totalidad de su piel despedía un sudor frío.

-¿Me vas a dejar aquí afuera, o me harás pasar?-irrumpió en sus pensamientos.
-T-tt... pasa. Glacia-san no está.-le invitó a entrar confundida.
-Está bien... así podremos hablar más tranquilamente.-se sentó en un sillón del living.
-¿Así que quieres hablar? ¿Pasó algo?-pregunto preocupada.
-No, nada de eso. Es algo completamente diferente. No es sobre mí de quien quiero hablar... sino sobre tí.
-¿Sobre mí?
-Sí, Windy. A tí te devo tantas cosas, tanto apollo que me diste cuando más lo necesitaba, cuando las fuerzas se me agotaban para buscar el cuerpo de mi hermano. Ahora, que es el final del camino, ahora que la meta ya está lograda, por fin puedo respirar tranquilo. Y por fin, también puedo dedicar tiempo a quienes les debo tanto... a quienes quiero tanto...
-Edo... Tú... tú nunca me habías hablado así...
-Ahora es la ocación, ¿no te parece?-la rubia sonrrojó.
-No lo sé. Aún no sé qué es lo que has venido a decirme.
-¿Quieres que sea más obio?
-Me gustaría entender bien.
-Esto vengo a decirte: me gustas.

Ante la sorpresa de la mecánico, Edward comensó a acercársele hasta poder respirar el mismo aire que ella. Sólo entonces, después de unos segundos, cautivador, seductor, se apoderó de sus labios suavemente.

¡Bingo! Se sentía tan bien... Felíz de su propia reacción cerró sus ojos para intensificar el placer. A medida que recorría la boca de la rubia, una serie de colores se desplegaban en su mente y se retorcían con gracia, mesclándose, incorporándose otros, dando paso a azules profundos, rojos siniestros, pálido amarillo y nostálgico café. Un poco más de luz y el café se convertía en un castaño vivo, pero levemente tenue. Luego un reflejo de luz se incorporó a la mezcla y seguidamente dos negras pupilas. Sobre éstas, unas pestañas largas, unas cejas reducidas y expresivas, un rostro acogedor, llamativo, sin duda irresistible...

El cuadro se quebró.

Antes de la separación brusca del beso, la mente de Edward fluyó vívidamente todos esos pensamientos que se habían acumulado, aquellos que deceaba ocultar: todos fluyeron como un cause sin remedio hasta la mente de Windy. Como si el contacto del beso le hubiese permitido adentrarse por vez expluciva y compartir todas las imágenes del rubio, consiguió roer en lo más ondo de su ser ese sentimiento sin nombre que se apoderaba de él. Lo entendió por fin.

-Edo... Tú... no puedes... -la rubia retrocedió horrorizada.
-¡¿No puedo qué?!
-Pensar eso, sentir... ¡amar a tu propio hermano!
-¡No! No es verdad, no lo es...
-Ya no puedes esconderlo más, Edo, es demaciado obio. Tu lo amas, aún a pesar del lazo de sangre que los une, aún así lo amas...
-¡¡Callate!!-el alquimista la empujó y la chica calló al suelo.
-¡No me callaré porque es tu hermano! No puedes enamorarte de él, no se puede.
-¡Tu no sabes nada! -apretó sus puños con fuerza. Sentía tantos deceos de rebatir, en su gaganta se agolparon todas esas palabras punsantes listas para ser lanzadas. Pero ahí se quedaron, apuñadas haciendo su respiración más acelerada, apretándole la garganta y humedeciéndole los ojos.

Antes de quebrarse enfrente de la rubia, buscó apresuradamente la puerta y se presipitó a huir lo más rápido posible. Su corazón latía tan violéntamente producto de la sutiación anterior, de aquella carrera loca que emprendía hasta el hospedaje, de Al. Creyó por un momento que se le saldría del pecho, que explotaría dentro de él, sentía holeadas de angustia y con ello punsadas en el pecho; todo ello acompañado de un llanto irremediable.

Con la mirada clavada en el piso se internó rápidamente en el hospedaje, sin escuchar advertencias o reprimendas por parte de los hospederos, y sin notar la simple y delgada silueta que se escondía tras una pared y que al verle entrar le reconoció inmediátamente. Haciando caso omiso de cuanto sucedía a su alrrededor, corrió hasta el sótano y hechó llave a la puerta, antes de caer rendido en la cama.

Había tanto en qué pensar, y apenas tenía tiempo de poder controlar sus emociones para hacerlo con claridad. Dolía tanto. Su pecho se sofocaba de lágrimas que empapaban su rostro y la almuada del lecho, subía y bajaba agitadamente haciéndole dificultoso el poder respirar, por lo que a momentos soltaba largos suspiros... ¿O quisás serían producto de Alphonse?

A la puerta de la habitación llamaban angustiosamente, gopeando sin cesar la pesada puerta de helecho que impedía el paso al interior del sótano. Ya sin aire, el joven juntó sus manos y transmutó la cerradura de la puerta. Se internó rápidamente dentro del sótano tratando de divisar algo familiar en medio de esa oscuridad tan densa. Los precarios rayos de luz que entraban ahora por la puerta abierta a la par, le permitieron ver tendido en la cama al rubio alquimista, boca abajo, entrujando entre sus dedos con fuerza aún, a pesar de estar dormido, las sábanas bajo su cuerpo, con los cabellos húmedos y una expreción dolorosa en su rostro.