19 junio 2009

El Robo de la Joya (Deschannel Sisters) Cap 2

Cap 2

Con rapidéz de felino las dos chicas avanzaban por el entretecho y bajaban al siguiente piso hasta llegar al 5, donde se encontraba su objetivo. Encontrándose aún en el entretecho de aquél piso, desplegaron las cuerdas y quedaron suspendidas en el aire por largos segundos para mantener el silencio en los sensores de sonido. La más grande de las chicas se hacercó a la puerta. Por dentro se veía una especie de pequeña computadora que mantenía el código para abrir ésta y eliminar el sensor de sonido. Una vez estando cerca, tecleó un par de veces y una lucesita verde salió de la computadora seguido de un Bip!

-No te muevas aún, Katherine, sólo falta el sensor de movimiento del suelo.

La chica obedeció y permaneció colgada de la cuerda sin tocar suelo. Mientrastanto la rubia prosiguió a introducir otra clave, pero un ruido salió de la pequeña máquina y unas letras aparecieron en la pantalla informando: "Acción denegada. Válido introduccir sólo un código durante 4 horas." Sin creerlo todavía, la chica continuó intentando con algo de rabia, pero al tercer intento la computadora se apagó.

Seguramente abría otra computadora afuera de la puerta que le permitiría introducir la segunda clave para desactivar el sensor de movimientos dentro de la habitación, tendría que ir allá y solucionar el problema, no podían retrasarse por un inconveniente tan insignificante como ese. Hiso una señal a la chica que esperaba aún colgada de la cuerda, y tal como entró, volvió a introducirse en los numerosos pasadisos del entretecho.

Localizó por fin a sus pies la puerta de entrada a la habitacion donde anteriormente habia estado, y nuevamente dejó caer la cuerda y se deslizó por ella hasta llegar abajo. Tal y como lo había deducido, ahí estaba la otra pequeña computadora esperandole. Introdujo el código y un pequeño sonido salió de la habitacion y una lucesita verde como la anterior apareció en el teclado.

-Ya puedes bajar, Katherine.-Se dispuso a entrar nuevamente en el entretecho para reunirse con su compañera, pero un rayo de luz cruzó la computadora y miles de luces rojas aparecieron a centímetros de sus pies: nuevos sensores de movimientos esta vez en donde ella se encontraba. En la pantalla se leía con letras grandes: "Atención, no conección con unidad interna". Lo recordó: la otra computadora se había apagado.-Tendrás que hacerlo sola, no podré moverme hasta que tengas el objetivo y escapemos rápidamente antes de que alguna fuerza pueda responder a la alarma.-gritó hacia el interior. Ya nada podía hacer más que esperar.

-Lo haré, descuida.-la chica del otro lado bajó de la cuerda que la sostenía suspendida en el aire y levantó la mirada: ante ella, refuigiado en un grueso cubo de cristal antibalas sobre un pedestal de mármol y descansando sobre un cojín de terciopelo rojo, se encontraba el lujoso objeto dueño de una leyenda milenaria: el "Ojo Rojo". El tamaño de aquella piedra era desmesurado, y cual su nombre lo decía, parecía desplegar llamas sobre los ojos que lo mirasen, manteniendolos extaciados con su profundidad, su tono ardiente y probocante.

Se hacercó sin cuidado a la piedra, pues ya no había ninguna clase de protección dentro de la habitación. Sacó un pequeño lacer de su cinturón, el que resguardaba una serie de objetos extraños en forma y utilidad, dibujó un círculo con él sobre el cristal y éste cedió fácilmente a sus rayos. Retiró el trozo de cristal: ya no había obstáculos, la via estaba despejada. Con sigilo cuidadoso sus aterciopelados dedos comenzaban a hacercarse a la preciosa piedra, pero no había ataduras ni protecciones para tal cuidado, sin embargo, una atmosfera fría la obligaba a actuar con cautela y un nerviosismo procedente del más absoluto misterio alentizaba sus movimientos. Sin entender estos sucesos, continuó acortando distancia hasta poder rozar con la llema de sus dedos la suave superficie de la piedra roja. En ese mismo momento sus ojos cedieron a un parpadeo duradero, calificando con sus restantes sentidos la escencia innata que desplegaba la piedra y una especie de corriente que comenzaba a acariciar su cuello juguetonamente probocandole estragos. Inaló algo de aire para proseguir con su tarea, pero parecía estar sumisa aún dentro de la acogedora oscuridad que mantener sus ojos cerrados al contacto de la piedra le otorgaba, sintiendo esas carisias, esas risas probenientes de la profundidad de la nada e hipnotizándose con increibles sonidos que no existían. Abrió sus ojos lentamente para poder contener más tiempo todas esas emociones por el mayor tiempo posible y, reuniendo todas las fuerzas de sí en un solo sitio, tomó la piedra entre sus manos.

Lo que sintió al sacarla del cristal fué indescriptible. No existirían palabras para categorizar tal suceso, pero sí, tal vez, para las confusas imagenes que junto con ello aparecieron ante sus ojos. Era una sombra juguetona que se paseaba muy cercana a ella, rozándola casi y sientiendo ella misma ese rose espectral, deslizándose como en una danza, con gracia y galantería, conquistando sus instintos, embriagándola con ese rostro masculino que sonrrería con esos ojos flameantes, ardientes, esperándola, esperándola sólo a ella...

"Katherine Deschannel" se escuchó. La chica pareció volver de un sueño sorprendente, miró a su alrrededor tratanto de localizar el origen dela misteriosa voz, pero ella misma sabía que no encontraría en ninguna parte a aquel emisor, seguramente el mismo dueño de esa voz y que sonrreía momentos antes en un ensueño fabuloso; no cabía duda. Pero ya había terminado su momento de fantacear y devía colocar los pies en la tierra. Las cosas no eran como en sus sueños, pero eran así. Ahora, cumpliendo con su tarea y obligación, guardó la piedra entre sus ropas y escaló la cuerda por la que había descendido anteriormente.

-Estoy lista, Helen, vámonos.

La otra chica que esperaba pacientemente en la abitación contigua tomó impulso y dió un salto hacia la cuerda que colgaba del entretecho, de su salida de escape. Al moverse, una estrepitoso ruido retumbó en las pareces del edificio, sin detenerse, la alarma había detectado intrusos en el museo.

Las chicas se encontraton en el entretecho.

-Rápido, seguramente Elizabeth se abrá encargado del guardia ya, y la alarma tendría que haberla alertado de salir. Sólo faltamos ambas.

Con rapidez increiblemente mas acelerada que al comienso, recorrienron el entretecho como ábiles ratas, pasando por los numerosos pasadisos que lo convertían en un verdadero laberinto, y logrando por fin salir de tan agobiante escenario. El frío de la noche las esperaba afuera.

Continuará.

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