14 junio 2009

El Robo de la Joya (Deschannel Sisters)

El robo de la Joya

Capitulo 1

Un ambiente agitado: sobre la enorme mesa que estaba en el centro de aquel recinto numerosos papeles estaban esparcidos y otros aún se veían caer sobre los otros. Ropa tirada habia en todas partes, el suelo era una mescla de zapatos, sostenes, poleras y pantalones que daban un aire de habitacion alfombrada. Sin duda era un completo desastre, pero que sin embargo le daba un toque de vida a aquel lugar lúgubre cubierto del gris característico del metal con el que estaba construido. La puerta se encontraba abierta, pues apenas unos segundos atrás tres chicas de negro habían salido corriendo por ella. Se podía leer una placa gruesa en ella "Deschannel, don't enter".

Al salir de la puerta se encontraba un largo pasillo por el que corrian apresuradas las muchachas, vestidas completamente de negro y con prendas ajustadísimas a su piel. Por fin se detuvieron al final éste, en frente de un gran salón con paantallas de ordenadores por doquier, y un sillon de cuero personal en el centro detrás de una mesa espaciosa pero sencilla.

-Ya se hace tarde...-el sillón de cuero se giró y dejó ver a un alto hombre de cabellos profundamente negros y de ojos verde azules.-No vuelvan a repetir esto. Saben que son mis preferidas, pero no puedo dejar que una torpesa como esta vuelva a ocurrir.
-Disculpenos, Aoshi-sama -contestó la mayor de las tres.
-Como dije, ya es tarde, tomen sus cosas y vallan al elicóptero, las está esperando. No retrasen mas la mision, saben que eso no es favorable.
-Como ordene, Aoshi-sama-obedientemente, las chicas tomaron cada una un pequeño bolso que estaba sobre la mesa del hombre y corrieron hacia una compuerta que acababa de abrirse unos momentos antes y que dava paso al exterior, donde descansaba sobre el oscuro cemento un elicoptero.
-Helen-san -como una orden a su subirdinada, la chica se detuvo inmediatamente y se volveó hacia el hombre.-Hacércate.
-Señor, sabe tan bien como yo, que no es devido.
-Ya nadie se encuentra aquí, no hay peligro.
-Señor, po favor detengase. No quiero seguir más con esta complicada situación.
-Ya no me llames más señor...para tí soy sólo Aoshi.
-Lo siento, señor, pero es así como devo referirme a mis superiores.-la chica se dispuso a retirarse.
-Arreglaré las cosas para tenerte, a cualquier costo lo haré.
-No diga cosas estúpidas, señor.

Las chicas entraron e inmediatamente el elicoptero se elevó. Se sentaron pesadamente sobre los hacientos del movil y permanecieron un momento en silencio. El piloto interrumpió la monotonía.

-¿Y a quién se van a enfrentar esta vez, chicas? Ojalá sea alguien más interesante que la vez pasada. Fué completamente aburrida esa mición...
-Elizabeth tiene el informe.-la hermana del medio miró a la menor esperando respuesta.
-Yo....lo olvidé...
-¡¿Qué?! Elizabeth, sabes que si...
-Lo sé. No se preocupen, hermanas, yo me encargaré de desaserme de quien se interponga. Ya lo he hecho muchas veces, ustedes sólo encarguense del objetivo.
-Ten cuidado, ahora tienes desventaja de las ocaciones anteriores, no sabes a qyuén te vas a enfrentar.-la mayor hablaba preocupada.
-Lo tendré, gracias.
-Estamos llegando.-el piloto intervino nuevamente pero esta vez para acabar con la conversación. Las tres chicas se tomaron de las manos y cerraron los ojos.
-Allá vamos. Que dios nos proteja.-dijeron al unísono casi como una cábala y una tras otra bajaron del elicoptero por una cuerda previamente lanzada hacia abajo.

Era de noche. Pocas cosas podían distinguierse, pero sin duda el lugar donde estaban se identificaba mucho más con la oscuridad de la noche. Era el Museo de Reliquias de la Antiguedad. La altura del edificio era desmesurada y se revelava al divisarse todas las luces de la cuidad a sus pies, tan lejanas, que la omnipotenticidad del edificio las convertía en pequeñas luciernagas reunidas bajo la enorme luna. La asotea del edificio, contraria a su interior, era desabrida y sin vida. Pero el panorama comensó a cambiar cuando las chicas abrieron con inigualable agilidad una de las compuertas de entrada al edificio por el techo y cautelosamente se introdujeron en él.

Desde su posición divisaron la sombra de un hombre. Por su estatura y cuerpo se notaba que sólo era un adolescente. Las dos chicas miraron a la menor. Era su turno. La chica desplegó una cuerda finísima como una tela de araña y de deslisó por ella hasta llegar al nivel del último piso del edificio. No se distinguia nada, sólo era posible determinar que habian personas ahí por el sonido uniforme de las respiraciones.

Las otras dos chicas avanzaron por los entretechos y se perdieron de vista.

La chica menor, la menor de las Deschannel, permanecía quieta esperando alguna motivación de su rival.

-Ya han llegado.-una voz masculina delató la posición de su oponente, estaba a su espalda.-Un poco tarde de lo prometido.
-Siento haberte hecho esperar.-La chica se volteó lentamente.
-Ya que has llegado, siéntete cómoda.-se escuchó un clamido de dos palmas y la luz embarcó todos los rincones del lugar. Enfrente de la chica su oponente se mostraba sin miramientos. Era un chico normalito, de cabellos rubios atados graciosamente en una cola de caballo. Sus ojos dorados daban luminosidad a su rostro, y su sonrrisa impetuosa daba la bienvenida a un combate. Era un militar. Llebaba puestas las ropas del ejército. Una indicio de su enemigo ya había quedado claro para la chica. no necesitaba un tonto informe para saber con quién pelearía, ni mucho menos para vencerlo. Ya lo había hecho antes, en repetidas ocaciones, ahora no habia mucho de diferente. Tenía que lograrlo a la perfección. No se le permitía fallar en ninguna circunstancia ni ámbito.
-No esperaba encontrarme a alguien tan joven.
-Lo mismo puedo decir. Una criminal tan reconocida creí que sería alguien con más experiencia.-el chico comensó a hacercársele disimuladamente. Se detuvo para mirar hacia el entretecho. Se podían ver unas sombras.
-No dejaré que las sigas.-se interpuso la muchacha.
-No, por favor, no te preocupes. No pensaba seguirlas.-detuvo sus palabrasy envió una mirada lujuriosa y examinante hacia la chica. Sus prendas de cuero tan apegadas a su cuerpo, casi fundidas con su piel, la luz deliniando sus curvas y sus ojos, los graciosos zapatos de tacones no muy altos, todo lo que poseía le daba un aire felino panteresco, que concordaba muy bien con la nocturna luz azulosa que entraba por la compuerta antes abierta por sus hermanas.-Eres muy hermosa.

Dió el primer paso a su estrategia. Sabía perfectamente las artimañas de su contrincante. Lo había aprendido observando cómo otros militares quedaban inmobilizados y en osaciones, morían a manos de la joven criminal. La chica tentaba a sus contrincantes con su cuerpo o simplemente los distraía de la forma necesaria para que éstos cometieran un error que ella pudiese aprobechar a su favor. Pero él no iba a caer en un truco tan sucio y antiguo como ese. Era demaciado absurdo pensar en aquello. Nunca se había ocupado demaciado en las mujeres, eso eran una ventaja. ¿Lo era? La figura de una chica tan hermosa ante sus ojos le incomodaba, nunca había apreciado con tal lujo el cuerpo de una mujer.

-¿De verdad lo crees?-la chica preguntó insinuantemente.-Nadie me había dicho algo así en mucho, mucho tiempo...
-Oh...pero no hay problema, yo puedo decirte todo lo que quieras.-el chico se le hacercó.
-¿Decirme cosas? ¿Y qué cosas se te ocurren al verme?

Bastantes, dejas sin aliento... ¡No! No podía responder algo como eso. Devía ser estratégico, ¿caer en su juego? Ya habíamos mencionado que era algo completamente absurdo.

-Que tu piel se ve tan suave..blanquecina...
-No puedes saver si es suave...por que no has tocado...-la chica desplegó el cierre que mantenía su traje de cuero hasta su cuello, y dejó ver el principio de sus pechos, provocantes.
-Tendré que averiguarlo...-la mano derecha del chico de deslizó lentamente hasta el cuello de ella, que acarició levemente y luego comensó a bajar... se detubo. Su mano izquierda había picado su anzuelo, una mano de la chica había sido atrapada intentando arrancar el arma que contenía el bolsillo del joven. La chica tiró el arma lejos, pero al bajar la guardia, su oponente de la misma forma había quitado el arma que guardaba en su cinturón.
-Eres más inteligente de lo que pensé.-atacó raviosa con la mirada.
-No caeré en un truco tan viejo como ese. A mi no me engañas, pequeña.
-Eso no importa. Estamos en igualdad de condiciones, ambos estamos desarmados.
-¿Desarmados? Eso no lo creeré hasta comprobarlo.-violéntamente el rubio se hacercó a su enemigo y bajó aún más el cierre de su traje con una mano y con la otra revisando el cinturón de la chica, palmando su cintura, sus muslos, sus piernas.
-¿Qué crees que..?-la chica intentó safarse pero el rubio la tomó por la cintura con una fuerza inhumana. Poco se podía ocultar ya del pecho de la chica. Ambos se sonrrojaron.-Estoy desarmada, ¿ahora estás tranquilo? Suéltame, me haces daño...
-Pensé que te gustaba dejar que te acariciaran por todas partes.-dijo con desprecio.
-No de viejos babosos que lo único que quieren es tener una piel joven para desenfrenar sus salvajes deseos. Pero ambos somos jovenes. Sabemos lo que queremos. Estamos solos, sin peligros. Partimos siendo enemigos, pero podemos ser algo más...
-Eso ya lo he escuchado.
-No entiendes. No soy la única que provoca sentimientos acalorados aquí.-la chica abrió la chaqueta del rubio y la retiró para luego desabrochar cuidadosamente su camisa.-no había conosido a nadie de mi edad con la vida que llevo...nunca pensé que un adolescente podía ser... como tú.

Era otra táctica, sin duda. Pero no podía negarse al placer que le daba estar tan cerca de ella, sentir su respiración, y más aún cuando la chica comensó a bajar por su cintura apartando su cinturón, quitando obstaculos, para dejarse el camino libre.

Continuará.

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