14 julio 2009

El Robo de la Joya (Deschannel Sisters) Cap 3

Anteriormente

-No entiendes. No soy la única que provoca sentimientos acalorados aquí.-la chica abrió la chaqueta del rubio y la retiró para luego desabrochar cuidadosamente su camisa.-no había conosido a nadie de mi edad con la vida que llevo...nunca pensé que un adolescente podía ser... como tú.

Era otra táctica, sin duda. Pero no podía negarse al placer que le daba estar tan cerca de ella, sentir su respiración, y más aún cuando la chica comensó a bajar por su cintura apartando su cinturón, quitando obstaculos, para dejarse el camino libre.

Cap 3
(Adevertencia, H =3)


-Oie...¡¿qué estás...?!-En la mente del chico dos palabras gritaban desesperadamente tratando de salvarle de un futuro horroroso, "¡No caigas!", sus piernas se encogieron para intentar huir, pero aquello sólo hiso más fácil la llegada de la chica hasta su pelvis. Estando allí, arrancó juguetonamente el cinturón, los pantalones, los boxers que cubrían su hombría...todo tan lentamente, era un golpe en la moral del chico increíble que le pisoteaba argumentando "tienes tiempo, ¡detenla!". No puede dudarse que tenía la voluntad dispuesta a negarse, e incorporó su torso para tomarle los hombros y apartarla, pero un escalofrío sacudió su cuerpo por sorpresa: la chica había dejado caer la lengua en su miembro, acariciándolo, con ese suave roce constante y adictivo. Su espalda se arqueó y calló pesadamente sobre el suelo. Trató de tapar su boca para que los gemidos se contuvieran, pero se hacía más imposible cada vez, ya que su amante aceleraba más las caricias, las intensificaba de manera sublime. ¿Y él se estaba entregando a algo como eso? ¡¿Cómo podía?! Su mente rasgaba interiormente, abría paso a heridas, pero su voluntad ya pisoteada rebatía ¿Cómo NO podía? El contacto con la calidez del aire de su respiración chocando contra los muslos de sus piernas que se encontraban abiertas en su totalidad, entregándose a aquel gose despreocupado, momentáneo; sus labios besando y acariciando ardientemente, riendo al escuchar sus gemidos ahogados, su cabello rozando su puvis, todo era tan perfecto...aquella sensación se había desencadenado en él y ya no podría detenerla con toda la objetividad y moral que poseía: su piel ardía y sudaba, se estremecía con cada caricia, temblaba de placer, su rostro acongojado y su ceño frundido, su boca entreabierta dejando caer constantemente un sonido que trataba de ser retenido en su interior, pero que lograba llegar sin problemas a los oídos de su amante.

Su amante...completamente exitada al tener por sabido las cavilaciones en la mente del chico, el gran caos que su acción desencadenaba en él, el temblar de sus musculos ante tales caricias que probenían de su boca: era como ororgarle un premio, todo eso podía lograr ella, y lograría mucho más si su deceo era así. Oía los sonidos apagados de la garganta del rubio, aquellos sonidos que se le devolvían tan nítidamente que creyó haber estado a su lado mientras el chico susurraba cada gemido de placer sólo para su curiosa espectadora. Su voz, ahora envuelta en deceo, parecía indefensa ante tal intromición de la joven, dava la impreción de ser un niño en tales terrenos desconocidos: sin duda desconocía todo aquello. Y ella por su parte, conocía de punta a cabo esos terrenos desde donde hacía ya varios años frecuentava.

Lentamente apartó su boca de ahí y mantuvo la miraba baja. Ya su parte estaba completa: lanzó el ansuelo, y ahora su presa devía atraparlo. Se mantuvo unos minutos en silencio, esperando alguna palabra, pero sólo podía oír la respiración del chico que comenzaba a normalizarse. ¿Actuó mal? ¿En qué había fallado? Se sintió molesta al no detectar reacción a estímulo tan bien realizado y levantó la vista...la mirada húmeda del chico la perturvó.

Sus ojos se habían posado en ella desde hacía ya varios segundos, esperando encontrarse con los de ella, solicitando una respuesta inmplícita en las orbes castañas de la chica, y al encontrarse de golpe con ellas, también se sobrecogió, pero no dejó de mirarla, al contrario, se concentró en ello más intensamente. Ya no podía controlar nada a su alrrededor, la situación, a aquella criminal, ¡ni siquiera podía controlar su cuerpo! Su mente era un caos que comensaba a punzar en la base de la nuca. Su razocinio se veía ocultado detrás de ese bello rostro ofreciéndole placeres, y sabía eso, pero de todos modos no podía rescatarlo, sus fuerzas estaban completamente agotadas. Con recelo y súplica a la vez, el rostro del chico parecía contener emociones tan profundamente escondidas y ambiguas. El tono carmesí de sus mejillas y el sudor de su frente, la expreción de tristesa y culpavilidad en su rostro, todo ello era algo con lo que no esperaba encontrarse la joven. A sus pies parecía tener un perro humilde, dispuesto a haceptar maltratos, menospresios, pero sin levantar la cabeza. El chico seguía sin decir nada, y no diría absolutamente nada. Ella, completamente sorprendida de la reaccion del chico, no supo como interpretar todo cuanto le estaba expresando en aquella mirada, pero luego de examinar cuidadosamente, sonrrió más aliviada para sí: su amante pedía más.

Se levantó y dejó resvalar por sus piernas las últimas prendas que cubrían su piel blanquecina, dando un deleite total para el espectador de tal sensacional panorama. Pero no era espectador sino protagonista, y esto le calló con peso en su perturbada mente cuando la chica se situó arriba de él y lentamente se dejó caer sobre su miembro erecto, haciéndolo entrar ágilmente en su interior, reduciendo las molestias al mínimo, y dejando escapar un leve quejido en ello.

De aquí no había vuelta atrás para ninguno de los dos chicos...

Continuará.

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